El sondeo se efectuó a 440 maestros de nivel inicial y primario de colegios públicos y privados de todo el país, y también da cuenta de que la mayoría estaría de acuerdo con ser evaluado y recibir incentivos -académicos y profesionales- si su desempeño es positivo.

"Los docentes transmiten la idea de un sistema más asociado a un conjunto de escuelas que generan respuestas individuales", sostiene el informe efectuado en noviembre pasado. Si se leen las respuestas, los maestros parecen pedir que se legitime -con formación, reconocimiento y con autonomía escolar- la situación de desamparo en la que se sienten en el aula.

Según los resultados, casi el 80% de los docentes encuestados estaría de acuerdo con la existencia de incentivos para los mejores maestros. Cuando se les pregunta cuáles deberían ser esos "premios", en orden de importancia aparecen los profesionales (posgrados, becas para actualizarse), los económicos (aumentos salariales y bonos) y los simbólicos (reconocimiento profesional). De ellos, además, casi el 59% aceptaría evaluaciones de desempeño.

Por otra parte, buena parte de quienes rechazan los incentivos argumentan que desconfían de quienes deberían medir los resultados y de que eso pueda hacerse de manera objetiva.

El trabajo, que puede consultarse en www.fundacioncepp.org.ar, muestra que la idea de un sistema educativo, como un conjunto de escuelas que responden a una política educativa general establecida desde una autoridad estatal, está en peligro de extinción.

Así, cuando se les pregunta si en su escuela mejoró la enseñanza y al aprendizaje en los últimos cinco años, el 57,46% responde que sí, y adjudica la mejora no a datos objetivos, sino a impresiones subjetivas que derivan de cambios pedagógicos realizados en la escuela por iniciativa de los maestros o los directivos, comunicación más fluida entre docentes, mejores relaciones con los padres, e incorporación de materiales pedagógicos.

Finalmente, al consultarles sobre quiénes son los actores más influyentes, aparecieron en orden, el director de la escuela, sus compañeros de trabajo, el ministerio de Educación de su provincia y los padres. En lo que respecta a los menos avalados, la lista fue encabezada por los sindicatos docentes, seguidos por los especialistas, los supervisores y los padres.

"Los docentes están buscando un reconocimiento profesional individual, porque saben que el guardapolvo blanco ya no da legitimidad automática y se perdió esa identidad colectiva", apuntó Gustavo Iaies, presidente de la Fundación CEPP y uno de los autores del estudio.

Fuente: Fundación Centro de Estudios en Políticas Públicas (CEPP)