Adiós 2006, hola 2007. Cada país, cada cultura, cada religión lo dice a su manera. Pero lo dice. No debe haber fiesta más global que la del año nuevo.

En cada rincón del mapa la gente se reunió o se reúne –segón dónde y cuándo usted lea esto– para desear que lo mejor esté por venir.

En Sydney, centenares de miles de personas disfrutaron un espectáculo de juegos pirotécnicos en el puerto, mientras que en Japón una multitud escalaba el Monte Fuji para recibir la primera alborada del 2007.

Pero los primeros en festejar, a las 8 (hora de Argentina), fueron los habitantes Chapman, un grupo de islas ubicadas al este de ese país que tiene cerca de mil habitantes y luego los de Auckland, la principal ciudad de Nueva Zelanda.

A las 9, también arrancaron los festejos en la península de Kamchatka, en el este de Rusia, en la isla de Fiji y en Funafuti, la capital de Tuvalu, un pequeño país con menos de 5 mil habitantes.

Una hora más tarde, Sydney fue la primera gran ciudad en recibir el Año nuevo con un impactante show de fuegos artificiales al aire libre.

Los organizadores dijeron que se trataba del espectáculo de juegos pirotécnicos más grande que haya tenido lugar en el puerto para celebrar también el 75° aniversario de la inauguración del emblemático Puente del Puerto, que se cumple en marzo del 2007.

En Japón, la policía aguarda que al menos 15.000 personas escalen montañas, sobre todo el Monte Fuji, para recibir los primeros rayos solares del nuevo año.

Además, se prevén casi 95 millones de visitantes en los principales templos budistas y santuarios Shinto durante los tres primeros días del nuevo año. Es una costumbre acercarse a esos lugares para orar en busca de la paz, la salud y la prosperidad, en uno de los pocos ritos religiosos en los que suelen participar la mayoría de los japoneses.