Matías Manna
Todo entra en el mundo de Di María. Era y es el preferido de sus amigos en cualquiera cancha de fútbol 5 o ante cualquier picado, de los que participaba, muchas veces, horas después de haber actuado como jugador de Rosario Central en Primera División. Y, a su vez, también es el preferido por entrenadores metódicos, detallistas, pragmáticos como Sabella o Mourinho. Su tono no es estilista ni parece ser ordenado dentro del campo de juego, pero termina convenciendo a todos. A los tacticistas y a los otros, a los amantes de los rasgos individuales y a los que prefieren el juego colectivo.
Ser reconocido como el mejor jugador rosarino en la actualidad es algo ilógico teniendo en la misma lista a Messi. Di María no tiene suerte para las premiaciones. Juega en el Real Madrid, es uno de los argentinos con más victorias conseguidas en ese club, es titular en un plantel colmado de estrellas, pero tanto su amigo Messi como el Barcelona pueden generar cierta desjerarquización en la valoración de su juego. Sin títulos rutilantes en su equipo, Di María sigue
siendo pieza clave en la selección argentina. Es el punto de equilibro entre Agüero, Messi, Higuaín y los que defienden. Su esfuerzo es ideal para que los de arriba puedan lucirse y que puedan llegar frescos al área rival.
Sabella junto a reconocidos entrenadores de extensa trayectoria lo tienen como un jugador preferido, clave en el sistema. No lo cambian por nadie. Ni siquiera cuando el presidente del Real Madrid trae un jugador en su posición y lo paga 100 millones. Di María está ahí, es el mejor en su equipo pero al parecer cierta valoración sólo contempla la complementariedad con personajes como Cristiano Ronaldo o Bale.
El jugador favorito de Mourinho
Dialogamos con Diego Torres, periodista español del diario El País. Nadie abordó al Real Madrid como este periodista en los últimos años. Acaba de editar “Prepárense para perder” el libro donde revela los secretos del Real Madrid dirigido por el entrenador José Mourinho. Cuando lo consultamos sobre el aporte del rosarino Di María al Real Madrid no duda en mencionar: “El jugador favorito de Mourinho era Di María. La devoción del ex técnico del Madrid por el extremo argentino ha sido tal que incluso ha llegado a desafiar los límites de la ciencia médica poniéndole a entrenar y a jugar con un músculo a medio sanar. No una vez. Varias veces, alternando sucesivas recaídas, cada una más peligrosas que la anterior. Tras un excelente partido en la Copa del Rey en el Camp Nou, su reacción fue mandar a Di María a saltar al campo para acelerar su retorno. Contra la opinión de los médicos que trabajan en el club”.
“Quiero un lateral, un medio y a Di María”, le dijo Mourinho a Florentino Perez, presidente del Real Madrid en su primera lista de incorporaciones. El club español lo pagó 26 millones de euros. Antes el Benfica había pagado 6,85 millones de euros por el 80 por ciento del pase a Rosario Central. Fue una venta plagada de errores y dudadas administraciones como narra el periodista Guillermo Fechenbach en esta nota.
“Di María es uno de los futbolistas que mejor rendimiento está ofreciendo en este arranque de la temporada. Di María estuvo en venta este verano, pero el club asegura que no recibió ofertas por él y que, además, el argentino no hizo nada por irse. Di María es del agrado de Ancelotti porque es aguerrido para cerrar espacios y ayuda a equilibrar el medio campo. Este momento dulce no impedirá que vaya al banquillo cuando Gareth Bale alcance su mejor forma física. La que probablemente sea la inversión más grande de la historia en un fichaje merece un respaldo en la
alineación”, comenta el periodista Diego Torres.
Resulta que Florentino Pérez contrató al entrenador Carlo Ancelotti para instituir un modelo de fútbol mandón y asociativo, alejado de la filosofía de su predecesor, José Mourinho, que hizo de la provocación de errores en el rival y el contragolpe la piedra angular del juego. Contrató a Bale y desestimaba a Di María porque fue el jugador preferido de Mourinho. Sin embargo, El Fideo sigue intacto y supera sus marcas para permanecer como titular y transformarse en preferido de Ancelotti, el nuevo entrenador de Real Madrid.
Sus últimas intervenciones en su equipo merecen el tiempo para detenerse en estos dos videos y soñar con un anclaje en el seleccionado argentino al lado del mejor Messi, el mejor Agüero y el mejor Higuaín en el Mundial de Brasil 2014:
Di María (Real Madrid) Vs Atlético de Madrid
Di María (Real Madrid) Vs Copenhagen
A su vez, el periodista español Diego Torres deja este texto sobre Angel Di María:
Los mundos de Di María
Hay futbolistas en los que convergen dos mundos aparentemente distantes: el mundo del potrero y el mundo de los ideales tácticos, el ámbito de la improvisación infantil y el espacio administrativo de los entrenadores. Ángel di María es como su ídolo, el Kily González, un caso típico. Individualista y aventurero con la pelota, este volante es capaz de interpretar el juego sin balón tal y como lo imaginan ciertos técnicos preocupados por el orden defensivo. Di María fue
durante tres años el jugador-fetiche de José Mourinho. Ahora, su nuevo entrenador en el Real Madrid, Carlo Ancelotti, le considera imprescindible. Si por razones de política de club en el futuro se ve obligado a postergarle en favor de Gareth Bale, no será porque Ancelotti no prefiera a Di María. Será porque entre las prioridades del presidente, Florentino Pérez, nunca destacó Di María.
Durante tres años, Di María compitió por el puesto de interior/extremo izquierda con Higuaín, Benzema, Kaká y Pedro León. No eran jugadores cualquiera. Todos poseen un mayor sentido de la pausa que Di María, incluso Higuaín, que también sabe ser extremo. La mayoría lo superaban técnicamente y se asociaban mejor. Pero Mourinho prefirió a Di María. Le dio prioridad incluso cuando no estaba bien físicamente. Lo protegió con una abnegación inexplicable para la mayoría de la plantilla, o explicable por motivos que iban más allá de los puramente fútbolísticos: entrenador y jugador compartían al mismo agente. Puesto a esgrimir sus argumentos, Mourinho planteó uno fundamental: ningún atacante ayudaba a equilibrar defensivamente al equipo como Di María. Si había que socorrer al lateral derecho, ahí estaba él. Si había que auxiliar a los centrales, él era el primero. Si había que echar una mano a los medios centros, el que mejor advertía la necesidad era el argentino. Ancelotti lo aprecia por esta misma dualidad: porque es extremo pero siente la marca como un volante de contención.
Di María no es un jugador académico y Mourinho no hizo nada por serenarle porque valoraba su verticalidad desbocada. El caso es que, un poco por su perfil innato y otro por falta de formación, nunca dominó los ritmos del partido. Tiende a precipitarse y veces corre tanto que se desorienta. Contra defensas muy cerradas se arriesga a ofuscarse por un exceso de confianza en sus impulsos.
Pero pocos jugadores en el Madrid resultan menos previsibles para los adversarios. Jürgen Klopp le temía exactamente por todo aquello que aprendió en la calle: la pertinacia al encarar, la infatigable generosidad en el esfuerzo, el coraje competitivo, el empuje que lo mismo le sirve para armar el último pase que para llegar a esos remates firmes, o tocados, aterradores para los arqueros.