"El cuidado compartido", es decir, la conjunción entre los conocimientos de los profesionales y la calidez, la dedicación y el cuidado de los padres, "ha sido un impulsor clave del avance en el abordaje del niño prematuro, que en el mundo alcanzan los 13 millones anuales aproximadamente", y no sólo en los cerca de cuatro meses de su permanencia en el hospital, sino que ese entendimiento se prolonga después en la casa familiar.

Favorecer un entorno ambiental que se asemeje lo más posible al útero materno, así como reforzar el papel de los padres como cuidadores activos de sus bebés son puntos básicos para conseguir lo que los profesionales denominan cuidados centrados en el desarrollo del niño prematuro. Se trata de una labor compartida ante la que los profesionales de las unidades de neonatología y los padres cierran filas y hacen lo que mejor saben: cuidar y sacar a flote a niños frágiles que requieren una atención muy especial.

A pesar de la atención que ha recibido el problema de la prematuridad, tanto desde el ámbito clínico como desde la investigación, su frecuencia se mantiene estable. De todos modos y en los países desarrollados está aumentado la proporción de niños que nacen de forma prematura y más aún los considerados como grandes prematuros, los nacidos por debajo de la 32 semana de gestación. La razón de este hecho es multifactorial: los condicionantes que entraña la reproducción asistida y la mejora en la asistencia al prematuro ante circunstancias materno-fetales que hace años implicaban la muerte intraútero. No obstante, hay factores todavía inexplicables: a pesar de la óptima atención prenatal, la prematuridad no sólo no se mantiene sino que aumenta.

Pero ¿cuál ha sido la clave definitiva para que el engranaje funcione y encaje casi a la perfección. ¿Qué elementos esenciales, además de los técnico-científicos, se han incorporado al funcionamiento diario de las unidades que atienden a los niños prematuros? Según Carmen Pallás, jefe del Servicio de Neonatología del Hospital 12 de Octubre, de Madrid, "el cuidado compartido", es decir, la conjunción entre los conocimientos de los profesionales y la calidez, la dedicación y el cuidado de los padres, "ha sido un impulsor clave del avance en el abordaje del niño prematuro", y no sólo en los cerca de cuatro meses de su permanencia en el hospital, sino que ese entendimiento se prolonga después en la casa familiar y hasta los siete años de edad, al menos en neonatología del 12 de Octubre, centro en el que siempre ha habido libre acceso de los padres a la unidad.

"La atención en neonatología puede prolongarse entre 2 y 4 meses. En ese periodo los padres aprenden a ser cuidadores activos de su hijo, por lo que se establece un trabajo en equipo padres-profesionales muy importante para el adecuado desarrollo del niño", según han concluido los profesionales que han participado en las Primeras Jornadas de Familias de Niñas y Niños Prematuros.

El cambio en el que ahora está inmersa la neonatología se centra en favorecer lo que se denominan cuidados centrados en el desarrollo, establecidos en los países nórdicos, y que no se dirigen al tratamiento de la enfermedad sino a favorecer la evolución del bebé. En este nuevo abordaje se tiene muy claro que se trata de niños que tienen que desarrollarse fuera del útero de la madre y que todo el proceso se realiza en condiciones ambientales que el prematuro no está preparado para recibir. "Se hace hincapié en respetar las zonas de penumbra, en trabajar con luz tenue, en alertar sobre el nivel de ruido, se cuida su posición, la analgesia, el confort".

Además, el papel de la madre y del padre se contempla ahora de una forma más activa: ellos son los encargados de administrar la alimentación por sonda, de estar al lado de su bebé al hacer una analítica, de practicar el método canguro. "Hay padres que, bajo la supervisión de enfermería, se convierten en los protagonistas de los cuidados de sus hijos". Sobre qué dicen las estadísticas en cuanto a la mejora en la evolución del niño cuando los padres están implicados, Pallás es tajante: "¿Hay que demostrar que es bueno que padres e hijos estén juntos? Es lo natural en la especie humana".

Mónica Virchez es psicóloga y miembro de la Asociación Española de Familias de Niñas y Niños Prematuros. También es protagonista, en primera persona, del desconcierto inicial, de la angustia, de la incertidumbre, pero también de la posterior alegría, de haber tenido trillizos prematuros que, por cierto, actualmente son niños sanos y la delicia de sus padres. "Nadie está preparado para que su hijo sea prematuro. Por ello, no es raro que se alteren las relaciones padres-hijo, y no sólo durante el ingreso del niño. Son muchas las dudas sobre qué va a ocurrir después. Así, la participación de la familia desde el primer momento beneficia al niño y a los padres porque disminuye su grado de ansiedad y depresión y se sienten más capacitados para atender posteriormente a su bebé".

Está científicamente establecido que el método canguro, basado en un contacto directo y continuo con el recién nacido, facilita la lactancia materna y aumenta la producción de leche en la madre, favorece el crecimiento del bebé y origina un sueño de mayor calidad, sin olvidar que es el origen de una analgesia no farmacológica y reactiva mecanismos de seguridad y protección. "El contacto piel con piel es algo indescriptible, más aún cuando te estás enfrentando continuamente al sufrimiento. En Gran Bretaña, donde tuve a mis hijos, es un método habitual".

Fuente: Dmedicina