Los paralelos entre la tragedia de Salta al 2100 y las de Once, Lapa, Austral y Cromañón son demasiados como para creer en las casualidades. Tienen un punto fundante: las privatizaciones del menemismo.

La línea Sarmiento, propietaria del Chapa 16 del siniestro de Once, fue concesionada en 1995. Tomó el control la firma Trenes de Buenos Aires y gozaba de subsidios del Estado nacional. A los titulares, entre ellos Mario Francisco Cirigliano y otras 19 personas formar, las imputaron, según consta en la causa, por ser “una organización estable en el tiempo" que amparó la "administración infiel de los bienes y fondos públicos transferidos por el Estado Nacional para la prestación del servicio de transporte ferroviario de pasajeros que llevó a la desinversión y falta de mantenimiento adecuado de la infraestructura, material rodante y entrenamiento de personal de la línea Sarmiento, participando de tal modo en el estrago verificado".

También en los ´90 se realizó la privatización de Aerolíneas Argentinas y Austral. Tras la quiebra de las empresas que las controlaban en 2001 fueron vendidas al Grupo Marsans. Y a casi 16 años del accidente cerca de Fray Bentos, 26 acusados irán a juicio. Entre ellos, hay los autoridades de la empresa y de la Fuerza Aérea, que debía controlarlas. "Los elementos de prueba reunidos son suficientes para fundar la elevación a juicio, en tanto que se ha acreditado respecto de cada una de ellas su responsabilidad en el suceso trágico investigado, al menos con el grado de probabilidad", argumentó el juez.

Conductas individuales

En la tragedia calle Salta fue el gasista. En la Once algunas pericias apuntan al maquinista. En la de Lapa está el piloto. En Cromañón quien encendió la bengala.

Al hombre que estaba al mando del Chapa 16 de Once lo imputaron, de acuerdo a lo asentado en la investigación judicial, porque "por imprudencia o negligencia o por impericia en su arte o profesión o por inobservancia de los reglamentos y ordenanzas, causare un descarrilamiento luego que ingresara a la cabecera a una velocidad superior a la permitida, con el dispositivo de seguridad denominado hombre muerto desactivado y, en el mejor escenario, con una aplicación tardía del freno".

El piloto de Lapa, consta en un informe especial formulado a partir de los diálogos de la caja negra del avión, hizo caso omiso a una alarma que comenzó a sonar en la carrera de despegue.

Los avisos

Si en Rosario los reclamos sobre fugas en un edificio añejo no fueron suficiente señal de alerta, habrá que repasar lo que sucedió en los estragos anteriores.

Poco después de las 22.30 de la noche negra de diciembre del 2004, Omar Chabán tomó el micrófono en Cromañón y disparó una catarata de insultos. Le dijo a las seis mil personas que habían abarrotado su boliche que no utilizaran más pirotecnia. El lugar no tenía ventilación y cualquier incendio hubiese sido una trampa mortal. Advirtió, además, que se iban a "morir todos" como "pasó en Paraguay" meses antes.

- Chapa 14: "Estuvieron revisando, hay dos coches totalmente anulados de freno y hay un tercero que en servicio no trabaja tampoco, no frena...”.

- Chapa 12: "Tengo un problemita, me está costando un montón frenar...”.

En los días anteriores al desastre de Once también hubo alarmas. Constan todas en las pericias posteriores al estrago. Solo algunas conversaciones desgrabadas evidencian la falta de mantenimiento o el estado de las formaciones en general. Varias de ellas tenían problemas en el frenado.

- "No sé qué es lo que está sonando, viejo, pero está todo bien".

El Comandante Gustavo Weigel, al mando de la aeronave de Lapa que impactó en Aeroparque, desconfió de una alarma que se encendió en la carrera de despegue. En su defensa, sus colegas esgrimen que en esos aviones siempre sonaban y que le restaban importancia.

Para la Junta Investigadora, la causa del accidente fue "que la tripulación olvidó extender los flaps para iniciar el despegue, y desestimó la alarma sonora que avisaba sobre la falta de configuración para esa maniobra".

El ex piloto y cineasta Enrique Piñeyro hizo dos documentales sobre las tragedias aéras en Argentina. Sobre el estrago de Austral en Fray Bentos, en el que murieron todas las personas que viabajan a bordo, apuntó: "Era previsible y totalmente evitable".

Reglamentos e inversión

La noche del 30 de diciembre de 2004, en el boliche República de Cromañón, se juntaron una serie de factores que lo convirtieron en una trampa. Los peritos mencionan, entre otras cosas, que la cantidad de asistentes triplicaba el máximo permitido en la habilitación y que el local no estaba preparado ni autorizado para la realización de recitales.

Además, que no contaba con salidas de emergencia acordes con las exigencias normativas, que la mayoría de las puertas estaban cerradas con trabas y que, incluso, la denominada salida de emergencia recién pudo ser abierta casi una hora después de comenzado el incendio.

Lo principal: los materiales con los que estaba revestido el techo provocaron la rápida propagación del fuego y generaron el humo tóxico que le provocó la muerte a 194 asistentes.

Enrique Piñeyro le dijo al diario La Nación que en la aerolínea Austral no existía "inversión en seguridad". Y que, "en un vuelo de Buenos Aires a Mendoza, por ejemplo, durante siete minutos del trayecto los aviones pierden total conexión con la tierra porque los radares no cubren todo el espacio aéreo".

 - Ezeiza, Austral 2553, solicito descender.
 - Ezeiza, por favor autoríceme ya descenso.
- La puta que lo parió, nos caemos.
- ¡Nos matamos!.

La caja negra del DC-9 de Austral reveló que la tripulación buscó desesperadamente la autorización para un aterrizaje de emergencia. Nadie respondió. Fueron solo alguno de los datos que revelan que los radares, como denunció Piñeyro, no lograban captar en todo momento a las aeronaves. Otra vez, deficiencias en los instrumentos.

En Once, por ejemplo, los peritos acreditaron que la formación tenía un compresor fuera de servicio y uno faltante.

Inspecciones deficientes

Si Litoral Gas inspeccionó en el edificio de Salta 2141 evidentemente no lo hizo como se debía. Al menos para que el riesgo quedara reducido a su mínima expresión.

En Cromañón, la certificación de Bomberos había caducado, por lo que el local debió ser clausurado. Para peor, de los quince matafuegos que había en el lugar, nunca hubiesen funcionado si intentaban accionarlos. Estaban despresurizados.

A Omar Chabán, el dueño, lo procesaron por ser "penalmente responsable de los delitos de incendio culposo seguido de muerte en concurso real con el delito de cohecho activo". Hubo, además, condenas por estrago doloso, cohecho (pago y cobro de coimas) y omisión de deberes para ex funcionarios públicos.

En la investigación por el estrago de Austral, de 1997, hay 26 acusados. Son antiguos directivos de la empresa y algunos responsables de la Fuerza Aérea.

“Esto pasó y pasó. No murió nadie y listo”, se puede escuchar en una cámara oculta que Enrique Piñeyro hizo pública en Fuerza Aérea Sociedad Anónima, uno de sus dos documentales sobre la entidad que debió controlar a la aerolínea.

Sobre Lapa sucede algo similar: la investigación se centró en probar que la cultura organizativa de la empresa y la falta de controles por parte de las autoridades de la Fuerza Aérea fueron factores causales del accidente. Permitieron, por ejemplo, que pilotos volaran con su licencia vencida.

Argumentos repetidos

En los escritos y causas que acumulan fojas y fojas en la Justicia argentina por determinar qué sucedió y quiénes son los responsables pueden leerse cuestiones que, surgiendo de diversas investigaciones, podrían aplicarse a cada una de ellas.

"Existen suficientes elementos para sostener que los imputados cumplieron de manera negligente aquellos deberes y obligaciones a su cargo, como consecuencia de lo cual determinaron la creación de una situación de peligro que derivó en la producción del siniestro investigado", dice una de ellas.

Otra: un magistrado procesó a directivos de una empresa por "la falta de efectivo control y consecuente toma de medidas por parte de las personas responsables de la firma con nivel decisorio, en lo que hace a los aspectos vinculados con la seguridad".

"Debió existir mayor pericia y exigencia en los exámenes. Detectamos negligencia y flexibilidad", indicó una fuente judicial a un periodista que seguía uno de los casos. ¿Cuál? Da igual. Puede aplicarse en Once, Lapa, Austral y Cromañón. Y también en la tragedia de Salta y Oroño.