A la hora de analizar al detalle el papel específico que juega el sueño en la memoria, los científicos reconocen que “la teoría que ha recibido más apoyo propone que los procesos que tienen lugar durante el sueño, sobre todo los que afectan a la red neural implicada en la formación de la nueva memoria, son responsables de reactivar en determinadas regiones del cerebro la información adquirida durante la vigilia, para luego transferirla a la corteza cerebral”, explica el experto José María Gaztelu.

“Pero también sabemos que si privamos de sueño a una persona, estos cambios o bien no se producen o bien disminuyen considerablemente en magnitud, y lo que es más importante aún, este efecto perdura en el tiempo”, detalla la especialista de la Sociedad Española del Sueño (SES) Mercedes Atienza.

La reiteración de estos procesos que ocurren durante la noche, y en las noches siguientes, conduciría a una independencia de las regiones inicialmente implicadas en la adquisición de la memoria, al tiempo que favorecería su integración con otras memorias.

En palabras de los expertos, “se piensa que estos procesos que tienen lugar sobre todo en la primera mitad de la noche, dominada por el sueño de ondas lentas, prepararían el substrato adecuado para que luego, durante la segunda mitad (en la fase de sueño REM) se desarrollen los procesos locales que conducen a la estabilización y fortalecimiento de las conexiones sinápticas que subyacen a los nuevos trazados de memoria”.

Por otro lado, las alteraciones del ritmo vigilia-sueño, típicas en las personas en edad avanzada también provocan déficit de memoria. “De hecho, se piensa que las pérdidas de memoria asociadas a la depresión y a enfermedades neurodegenerativas relacionadas con la edad podrían deberse a una alteración del ritmo circadiano”, aclara el especialista en sueño José Luis Cantero.

Por ello, en la actualidad, en el laboratorio del doctor Cantero se están llevando a cabo estudios encaminados a determinar los cambios que se producen en los patrones de sueño de personas que tienen un alto riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

Sus resultados preliminares sugieren que durante las fases previas al desencadenamiento de la enfermedad, denominadas deterioro cognitivo leve de tipo amnésico, estas personas presentan una disminución significativa del sueño REM, acompañada de una mayor presencia de despertares durante el sueño de ondas lentas.

Otros estudios recientes apuntan a que las lesiones neuropatológicas que caracterizan a la enfermedad de Alzheimer podrían estar desarrollándose décadas antes de que se manifiesten los primeros signos.

Fuente: Jano