De cara a las elecciones del próximo domingo, una encuesta colocó al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, con el 59 por ciento de los votos válidos y ganaría así la reelección en la primera vuelta electoral.
 
El sondeo fue realizado por el Instituto Sensus e indica que Lula tiene 51,4 por ciento de las preferencias, apenas tres décimas menos que un mes atrás, mientras su principal rival, el socialdemócrata Geraldo Alckmin, creció 7,9 puntos y suma 31,8 por ciento de la intención de voto.

Pero la campaña sigue y este martes Lula da Silva recibió una andanada de críticas de sus principales competidores, que llegaron a calificarlo como "demonio" y "cínico".

El candidato socialdemócrata Geraldo Alckmin presidió anoche en San Pablo un acto "por la ética", en el que acusó a Lula por diversos escándalos de corrupción que involucran a miembros de su partido.

El ex presidente Fernando Henrique Cardoso, por su parte, acusó a Lula de intentar compararse con Jesucristo al afirmar que fue "traicionado" por sus compañeros de partido. "Eso no es cosa de Jesucristo, eso es el demonio", afirmó Cardoso y exhortó a los brasileños a "expulsar (a través de las urnas) a esa gente que obstaculiza la democracia en Brasil".

La respuesta no se hizo esperar. El secretario de Relaciones Internacionales del PT, Walter Pomar, desde San Pablo con escaso clima electoral, sin afiches y con muy pocos activistas con banderas por las calles, dijo a Télam: "Cardoso tiene un discurso fascista y golpista".

Pomar afirmó que el ex presidente "lamentó hace un mes que no exista alguien como (el derechista) Carlos Lacerda, quien promovió los golpes contra (los presidentes) Juscelino Kubitschek, en 1961, y Joao Goulart, en 1964".

Los duros ataques a Lula reflejan un esfuerzo de los candidatos de oposición por aprovechar el nuevo escándalo que afecta a su Partido de los Trabajadores (PT) para quitarle votos al presidente y llevar la decisión a la segunda vuelta, el 29 de octubre.