La realidad apabullante, el vértigo cotidiano, la incertidumbre del futuro inmediato y mediato, no nos permiten analizar con “frescura y madurez” este presente que ya pisa el año 2010.

Sin embargo es hora de reflexionar, el almanaque habla de cierres y balances. No puede estar ausente la memoria.

 Recurriendo a ella, transito en una especie de “tour”, el año 2009. 

          o Copas levantadas por brindis donde se dieron cita, como siempre, los cinco sentidos. Gusto, tacto, vista, oído, olfato.
          o Disfrutar el sabor de la Salud.
          o Palpar una Argentina Solidaria.
          o Ver la construcción de un mundo con Trabajo y Equidad.
          o Escuchar el sonido de la Libertad.
          o Aspirar el sagrado olor de la Paz.

¿Qué sucedió?

A poco de evaporarse los efluvios de los brindis optimistas, las estaciones de colectivos y los aeropuertos se colmaban de pasajeros. Las capacidades hoteleras agotadas. Quizás no nos dábamos cuenta que en el andén quedaba el noventa por ciento de la población eternamente postergada.

Personajes de la farándula con infidelidades mediáticas y muy bronceados en Mardel, Punta o El Caribe, contribuían a la confusión.

En la realidad quedaban muchos niños exageradamente inactivos, cortes de luz por el excesivo calor, abuelos deshidratados, comedores escolares cerrados, negocios con escasa venta y elevados montos de alquiler e impuestos. Taxis dando vueltas en el cemento hirviente, desocupados. Oficinas inactivas.

Accidentes en ruta por el apuro incomprensible.

Sorprendía EE.UU. con su presidente No. 44 perteneciente a la raza negra.

Un avión amerizaba en el Río Hudson con 155 tripulantes sanos y salvos.

Perdíamos el otrora admirado cantor de tangos, Enrique Dumas. Mario Benedetti sumaba ausencias.

Transitábamos un verano de inusual calor, demasiado distraídos para darnos cuenta de las variaciones climáticas y preguntarnos a que se debían. 

Giusseppe Englaro daba la orden para desconectar a su hija Eluana  de la vida vegetativa que llevaba desde 11 años atrás. El tema de la eutanasia una vez más en nuestras indefiniciones.

El alud en Tartagal. Salta. El lodo barría la miseria de nuestros hermanos en desgracia como queriendo sacudir el polvo de la indiferencia de los argentinos y contarles que el norte del País seguía sin ser tenido en cuenta, como siempre.

El zumbido de los mosquitos, molesto e intrascendente, esta vez comenzó  por asustarnos y terminó cobrándose vidas. El dengue se instalaba como otra plaga más, en este destartalado mundo moderno.

Y mientras las clases comenzaban con conflictivos reclamos de carpeta, la presidenta de los argentinos continuaba criticando al campo y defendiendo “el modelo” que nunca fue explicado.

El Congreso de la Nación aprobaba el adelanto insólito de las elecciones. 

Raúl Alfonsín nos abandonaba el primero de abril y una gran parte del pueblo lo acompañaba acongojado a su última morada.

Como si no alcanzara con las  Hepatitis Virales y el Sida, nuevos virus aparecieron en escena.  La llamada gripe porcina cuyo origen asienta en una cuestión comercial de almacenamientos de cerdos en forma insalubre, alteraba el paisaje. La gente deambulaba con miedo disimulado detrás de barbijos que luego demostraban su ineficacia. Otra vez, pérdidas de vidas.

Pérdidas a las que se le sumaban las producidas por  obras en construcción  sin controles apropiados, los abortos, la delincuencia, los accidentes de tránsito.

Observábamos atónitos el crecimiento de la pobreza, negado mil veces en un vano intento de tapar el sol con la mano, siendo que hasta el Papa señalaba su preocupación.

Y pese a la visita de la presidenta a los trabajadores despedidos de Malhe en Rosario, y a los pobladores de Tartagal, las soluciones no se materializaron.

En mayo Gonzalo Aloras  estrenaba su canción  “El Fuego junto al Mar”, para la Hepatitis C. Un canto a la vida.

La música Pop perdía su máximo representante.

Lentamente comenzaba a reemplazarse el nombre personal del Poder Ejecutivo de la Nación por el de “Pareja Presidencial” que en realidad nunca se votó.

Y junio castigaba a esa “Pareja Presidencial” y a ese raro invento de “candidatos testimoniales” con un voto decisivo, maduro, claro. 

Mirábamos con regocijo por el televisor el juicio a los represores, mientras nuestras lágrimas despedían entristecidas a dos grandes de la música nacional,  Felix Luna y nuestra eterna “Negra Sosa”.

Asombraba la polémica decisión de otorgarle al presidente Barak Obama el premio Nobel de la Paz.

La ciudad de Rosario se vestía de gala al recibir a la orquesta filarmónica de Israel con su director Zubin Mehta. Penosamente, sólo para privilegiados.

La misma ciudad en la que se inauguraba un casino monumental que traía como siempre el constante enriquecimiento económico de pocos, y la pérdida de la mayoría, simultáneamente no tenía fondos para que “La Feria del Libro” pudiera realizarse como todos los años.

Ley de medios, discutida, confusa, conflictiva. Aprobada por la especial “mayoría reinante” con mucha rapidez, como para restarle tiempo a una reflexión respetuosa, consensuada.

Brote escandaloso de la delincuencia en número e intensidad. Entre tantos, conmovió especialmente el  jovencito que mataba a su hermano, a un vecino y hería a su madre en forma espantosa. 

Brote de la corrupción en miembros del poder, como molesta rubéola urticante.

Juan Martin del Potro deleitando con su premio Us Open. El futbol, pasionario como siempre, con un Messi “Balón de Oro” que enorgullecía.

Fiesta de Colectividades, con un  muro dividiendo hermanos, en una tácita aceptación del crecimiento  superador de la delincuencia.

Levantamientos de penas, cambios de dictámenes en juicios. Libertad a quienes estuvieron presos por delitos que ahora no aparecían como tales.

Final de clases prematuro. Niños y jóvenes con un ciclo lectivo breve interrumpido por la gripe A1H1, los paros gremiales y los fines de semanas largos, finalizando un calendario escolar demasiado breve para quienes pretenden una cultura auténtica. 

Piquetes, cortes de calles, peleas entre hermanos argentinos. La constante.

Sandro con su realidad estremecedora, contribuía sin quererlo  a que la población reticente comprendiera un poco más, la importancia de la donación de órganos.

Inundaciones contrastando con sequías bochornosas e incendios abrumadores.

Mientras los fondos del ANSES con destinos inciertos, tergiversados, no llegaban a las manos de sus dueños, los jubilados, cuyos haberes seguían estando bajo el límite de pobreza, que no se solucionaban con una dádiva de fin de año.

Y no vimos crear fuentes de trabajo.

Y no vimos niños que no tuvieran necesidad de limpiar vidrios.

Y no vimos conductores desacelerando,

Y no vimos que la salud y la educación ocuparan su lugar de privilegio indiscutible.

Y no vimos la figura presidencial fuerte e inteligente como la necesitábamos, ante la sumatoria de tantos problemas reales.

Desde lo más insondable de mis sentimientos, deseo que el 2010 logre que los argentinos, desde la máxima y única figura del Poder Ejecutivo, el renovado Congreso de la Nación, la Suprema Corte de Justicia, los Gobiernos Municipales y Provinciales, las Instituciones todas y la población en general, encontremos la sabiduría para reencauzar nuestra existencia en comunidad, con el equilibrio necesario para VIVIR EN PAZ. 
 

Edith Michelotti

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