Mariano Otero y Los Sesionistas, un solista con banda que se conjuga en singular, se presenta este sábado a las 21.30, en el Diablito Cabaret, Brown 3126.

El quinteto desembarca en la ciudad con un recital "que cambia con cada presentación". El listado de  temas incluye una buena porción de nuevas canciones, algunas con probable destino discográfico, a las que se suma el "repaso" por los siete álbumes previos del bajista.

Dos datos distinguen el presente musical de Mariano Otero. Por un lado, la decisión -tal como él lo expresa- de presentar una etapa con una expresión sonora distinta a la de "la orquesta” que caracterizó a Rojo, su anterior disco. Y, por otro, el avance de la voz por sobre el repertorio instrumental.

“Este es un show es un show que vengo haciendo hace un año pero que se va modificando, que tiene cosas nuevas; me gusta que sea así”, explica Mariano Otero, en diálogo con Rosario3.com.

“Decidí tocar sin vientos, y es la primera vez que lo hago. Quise armar algo sin trompeta, ni saxo ni trombón. Además, pensé en ponerle un nombre al proyecto, para darle una identidad y para generar esa idea de «el grupo con el solista» que me gusta”, explica el instrumentista sobre el origen de "Mariano Otero y Los Sesionistas".

Acompañan al compositor, productor y arreglador en el quintento Hernán Jacinto, en teclados; Miguel Tarzia, en guitarras;  Hernán Segret, guitarra y bajo; Tomi Sainz, en batería (en el lugar que supo ocupar Sergio Verdinelli).

Al ser consultado sobre la posibilidad de plasmar este nuevo momento en el estudio, el productor de Iván Noble y músico de Fito Paéz, asegura que tiene "música de sobra" para grabar su octavo disco, pero que espera la maduración exacta del formato.

“Lo vengo posponiendo porque quiero llegar a la grabación en el pico del grupo. No quisiera apurarme, por eso estoy esperando a que llegue el momento. Pienso en un disco que sea al revés de lo anterior: un 20 por ciento instrumental y un 80 por ciento cantado”, avanza.

La música y los géneros

“Siempre quiero hacer cosas en todos los terrenos. No me planteo barreras de estilo. Tengo como necesidades más generales de hacer cosas con la música, tanto cosas grandes orquestales como mínimas o muy acústicas. Pero no pensando en el estilo, en un proyecto de tango o de folclore. No pienso así sino más por dónde me van llevando las ideas de la orquestación”, señala Otero, en tren de explicar sus motivaciones y expectativas como artista.

Si bien el proyecto que lo trae a Rosario tiene su nombre, el instrumentista ha ganado terreno como productor y arreglador. Al respecto, asegura que el intercambio lo “estimula”.

 “Por ahí te llaman para hacer un arreglo o a producir, y es como que estás yendo y viniendo con tu música porque tomás algo tuyo para los arreglos, pero también experimentás otros lugares y eso lo llevás a tu música”, completa.

— ¿Y sos alguien que negocia en el estudio. O te plantás?
— Estoy aprendiendo con los años a hacer las dos cosas. Creo que la mejor forma de vincularte con una persona artísticamente es ser vos de una manera bastante auténtica. Y también entender que si estás trabajando con otro también tenés que darle el lugar. Y si vas a ser el lápiz del otro, no tenés que encapricharte porque lo más importante es el objetivo artístico, que fluya eso que estás tratando de que fluya, no tu ego. Que esté tu personalidad, pero en función de algo más grande que es la música.

El también guitarrista y pianista en una etapa temprana, desestima cierto prejucio que señala que un violero mediocre puede tocar bien el bajo y que eso no ocurriría a la inversa

“Eso es un reduccionismo (..) Cada instrumento, más allá de la cantidad de cuerdas o la función que cumple, tiene una complejidad que entiende sólo quien lo estudia en profundidad, explica.

“Son pavadas. Como que el mejor amigo del músico es el baterista o que la banda se termina cuando el baterista trae un tema. Chistes de músico nomás”, completa.