Lalo Falcioni desde Uruguay

El rostro de Diego Mateo, a la salida del vestuario visitante del Campus de Maldonado, lo decía todo. No había rastros evidentes de la trompada artera que recibió de Julio Pozzo, volante de Peñarol, pero sí había signos de amargura por el bochornoso final de lo que iba a ser un partido amistoso para Newell’s.

“Nosotros vinimos con la mentalidad de sumar minutos para el comienzo del campeonato, nunca pensamos que iba a terminar en esto; la verdad que es una lástima”, graficó el futbolista que arrancó como titular este sábado.

Y luego amplió: “Incluso, después podría haber pasado cualquier cosa, porque la hinchada de ellos tiraba de todo y quería entrar a la cancha”.

“Menos mal que había algunos de ellos con la cabeza fría, que era muy difícil en ese momento, porque hasta yo mismo estaba recaliente”, reconoció Pomelo. “Si el partido continuaba, iba a terminar mal, porque las revoluciones estaban a mil, incluso las mías”, admitió.

“Algunos jugadores de Peñarol vinieron a pedir disculpas después, pero yo les decía que no podía entender cómo me vino a pegar así, es un desubicado”, concluyó el futbolista de la Lepra.