La ONG internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) reclamó que una comisión humanitaria investigue el ataque aéreo de Estados Unidos a un hospital de Kunduz, Afganistán, que provocó la muerte de 12 trabajadores y 10 pacientes, incluidos tres niños. "Los hechos deben ser investigados de manera independiente y con imparcialidad ante la incoherencia de las declaraciones de Estados Unidos y Afganistán en los últimos días", reclamó la organización.

"Decimos basta, incluso en las guerras hay reglas", declaró la presidenta de la organización Joanne Liu, que pidió que se establezca, conforme a las Convenciones de Ginebra, una comisión humanitaria internacional que investigue el ataque de EE.UU. contra el hospital de Kunduz, en Afganistán.

"El derecho humanitario internacional es sobre intenciones y hechos. El ataque de Estados Unidos es la mayor pérdida que nuestra organización ha sufrido en un bombardeo", agregó.

"En Kunduz, nuestros pacientes se calcinaron en sus camas. Enfermeras, doctores y otros colaboradores fueron asesinados mientras trabajaban. Nuestros colegas tuvieron que operarse unos a otros. Uno de nuestros médicos murió sobre un escritorio convertido en mesa de operaciones improvisada mientras sus colegas intentaban salvarle la vida", relató.

Nuestros pacientes se calcinaron en sus camas. Enfermeras y doctores fueron asesinados mientras trabajaban. Nuestros colegas tuvieron que operarse unos a otros"

"La organización humanitaria está en contacto con los 76 países signatarios del protocolo de las Convenciones de Ginebra que prevé el funcionamiento de esa instancia, ya que necesita que al menos uno de ellos apoye su petición para que la comisión sea formada", dijo Liu, y agregó: "En Kunduz, nuestros pacientes se calcinaron en sus camas. Enfermeras, doctores y otros colaboradores fueron asesinados mientras trabajaban. Nuestros colegas tuvieron que operarse unos a otros".

El edificio ardió en llamas tras el intenso bombardeo. (MSF)

Liu explicó que su organización quiere conocer toda la verdad de los hechos y, sólo cuanto tenga todos los elementos de juicio en su poder, decidirá si formula una acusación penal contra los responsables.

"Los hechos deben ser investigados de manera independiente y con imparcialidad ante la incoherencia de las declaraciones de Estados Unidos y Afganistán en los últimos días", reclamó.

Ayer, Estados Unidos cambió su versión oficial sobre el bombardeo aéreo que destruyó el hospital de MSF en Kunduz por cuarta vez en tres días.

Primero, el Ejército de Estados Unidos informó que había sido un "daño colateral" al defenderse de los talibanes, después habló de un "trágico incidente" y anteayer el máximo mando militar en Afganistán, el general John Campbell, trasladó la responsabilidad a las Fuerzas Armadas afganas y dijo que habían sido ellas las que fueron atacadas y pidieron ayuda.

Ayer, finalmente, Campbell informó, "para que quede claro", que "fue una decisión de Estados Unidos, tomada dentro de la cadena de mando de Estados Unidos".

Los responsables de la organización humanitaria reconocieron que actualmente trabajan con la presunción de que el bombardeo del hospital de Kunduz, el único centro de traumatología en el norte de Afganistán, fue un crimen de guerra.

Corresponderá a Estados Unidos y a Afganistán demostrar que no fue así y que hay otras razones que explican un ataque que se realizó de forma repetida y con extrema precisión, a pesar de que ambas fuerzas militares conocían la localización precisa del hospital.

"Este no fue un ataque aleatorio en el que se dañan instalaciones, se trató de un ataque metódico y preciso, no hay duda de esto. El edificio (del hospital) era el blanco", señaló Bruno Jochum, responsable del centro operacional de MSF en Ginebra.

Liu y Jochum desmintieron las versiones de Afganistán de que en el hospital había terroristas y que desde allí se estaba atacando a sus fuerzas, por lo que pidió a Estados Unidos efectuar el bombardeo.

El personal de MSF que se encontraba en el hospital durante el ataque aseguró que allí no había ninguna presencia armada, indicaron.

Se aclaró que entre los pacientes podía haber combatientes talibanes heridos, a los que se les prestaba atención sin hacer distinciones del bando al que pertenecían, un principio esencial del derecho humanitario.

Ayer, todas las organizaciones de ayuda humanitaria, internacionales y afganas, se retiraron de la ciudad afgana de Kunduz, donde el gobierno, con apoyo estadounidense, seguía tratando de expulsar a los talibanes.

Las 300 mil personas de la localidad del noreste afgano –que hace una semana fue tomada por los islamistas y se convirtió en una zona de guerra, sin agua ni luz– quedaron así sin acceso a la atención médica.

El lunes pasado, el Ministerio de Defensa afgano había anunciado, por segunda vez, que había recuperado el control de la ciudad y que los combates habían terminado.