La llegada a la pantalla grande de “Aprendiz de gigoló”, con John Turturro y Woody Allen, pone en blanco el ejercicio de la prostitución masculina. Consultado al respecto por el periodista Alberto Lotuf, Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo, confirmó que tanto mujeres como varones consumen este tipo de servicio aunque advirtió que en el caso de las mujeres, suelen terminar enamorándose de los hombres que contratan.
“Hay indicios de que los egipcios ejercían ya la prostitución masculina, en los siglos 17 y 18 también se daba en la vida cortesana, de parte de mujeres que podían pagarlo”, señaló consultado sobre el origen histórico del llamado gigoló. “Es un tema tabú que fue promovido, sobre todo, durante la década del 60´ con la liberación femenina”, completó.
El sexólogo especificó que el “gigoló” es el prostituto que generalmente tiene como clientas a mujeres heterosexuales. “Actualmente, el “taxi boy” está restringido a los varones homosexuales”, precisó. Otro tipo de servicio es el que ofrece el escort, quien “alquila” su compañía en un lugar o evento determinado.
“El hombre paga más por necesidad, por deseo sexual y contacto erótico, en cambio la mujer busca compañía, no sólo paga por sexo sino por “jugar como si”, les da una función más social”, señaló al marcar diferencias entre quienes consumen este tipo de servicios sexuales. Luego, ahondó: “La mujer también va por un hombre con apariencia atractiva para poder exhibirlo a otras mujeres”, dijo aunque aclaró: “Esto se da en algunos sectores de mucho dinero”.
Para la mujer que contrata a un hombre es “fundamental la confianza, saber que no sólo habrá sexo sino además, otro tipo de contacto afectivo”. En este sentido, apuntó: “Hay muchas mujeres que se enamoran de esos hombres. Empiezan a frecuentarlos y surge el afecto”. Es por eso que, como médico, recomendó “poner límites”.
“A las mujeres que tratan de conocer a estos hombres le advierto que deben cuidarse, deben preservarse emocionalmente”, señaló y subrayó: “Es una compañía pero hay dinero de por medio”.
El psiquiatra consideró que los shows de strippers que se impusieron con más fuerza en la década del noventa ha sido el puntapié inicial para la liberación de muchas mujeres . Aunque aclaró que “no todos los stippers brindan servicios sexuales”, la experiencia erótica instala esa posibilidad. “Sigue siendo un tema tabú pero algunas mujeres empezaron a charlarlo e incluso se pasan contactos”. Finalmente, pidió “ tratar de conocer un poco a la persona con la cual se va relacionar en estos tiempos de tanta inseguridad”.
“Hay indicios de que los egipcios ejercían ya la prostitución masculina, en los siglos 17 y 18 también se daba en la vida cortesana, de parte de mujeres que podían pagarlo”, señaló consultado sobre el origen histórico del llamado gigoló. “Es un tema tabú que fue promovido, sobre todo, durante la década del 60´ con la liberación femenina”, completó.
El sexólogo especificó que el “gigoló” es el prostituto que generalmente tiene como clientas a mujeres heterosexuales. “Actualmente, el “taxi boy” está restringido a los varones homosexuales”, precisó. Otro tipo de servicio es el que ofrece el escort, quien “alquila” su compañía en un lugar o evento determinado.
“El hombre paga más por necesidad, por deseo sexual y contacto erótico, en cambio la mujer busca compañía, no sólo paga por sexo sino por “jugar como si”, les da una función más social”, señaló al marcar diferencias entre quienes consumen este tipo de servicios sexuales. Luego, ahondó: “La mujer también va por un hombre con apariencia atractiva para poder exhibirlo a otras mujeres”, dijo aunque aclaró: “Esto se da en algunos sectores de mucho dinero”.
Para la mujer que contrata a un hombre es “fundamental la confianza, saber que no sólo habrá sexo sino además, otro tipo de contacto afectivo”. En este sentido, apuntó: “Hay muchas mujeres que se enamoran de esos hombres. Empiezan a frecuentarlos y surge el afecto”. Es por eso que, como médico, recomendó “poner límites”.
“A las mujeres que tratan de conocer a estos hombres le advierto que deben cuidarse, deben preservarse emocionalmente”, señaló y subrayó: “Es una compañía pero hay dinero de por medio”.
El psiquiatra consideró que los shows de strippers que se impusieron con más fuerza en la década del noventa ha sido el puntapié inicial para la liberación de muchas mujeres . Aunque aclaró que “no todos los stippers brindan servicios sexuales”, la experiencia erótica instala esa posibilidad. “Sigue siendo un tema tabú pero algunas mujeres empezaron a charlarlo e incluso se pasan contactos”. Finalmente, pidió “ tratar de conocer un poco a la persona con la cual se va relacionar en estos tiempos de tanta inseguridad”.


