El docente, identificado como Masud Mohammadi, era profesor de física nuclear en la Universidad de Teherán y fue víctima de un atentado con una motocicleta bomba, accionada al parecer por mando a distancia, en el barrio de Qeytariyeh en Teherán.

"Esta mañana, este profesor universitario estaba subiendo a su vehículo cuando una moto estacionada al lado estalló y lo mató", explicó el fiscal de la causa. "Su cuerpo fue transferido a los forenses y se abrió una investigación para identificar a los responsables de la explosión y determinar sus motivaciones", agregó.

Los medios de comunicación iraníes acusaron inmediatamente a elementos "contrarrevolucionarios" y al Estado de Israel de la autoría del atentado. "Masud Mohammadi era un profesor revolucionario y comprometido que se convirtió en mártir en un atentado terrorista cometido por contrarrevolucionarios y elementos de la opresión mundial", afirmó la televisión estatal.

El canal de televisión oficial en árabe Al Alam consideró que, "habida cuenta del tipo de explosión, el atentado podría haber sido cometido por los 'hipócritas' (término utilizado para designar a los muyahidines del pueblo) o planificado por el régimen sionista".

Desde que estalló la crisis social y política, las movilizaciones se han repetido a lo largo del país pese a la acción represiva de las Fuerzas de Seguridad y el encarcelamiento de miles de personas, muchas de ellas responsables de la oposición.

La crisis se agravó el pasado 27 de diciembre, día sagrado de Ashura, jornada en la que las protestas se volvieron a teñir de sangre con la muerte de al menos ocho personas, según cifras oficiales.

Además, en los días siguientes fueron arrestados más de un centenar de activistas de la oposición, periodistas y estudiantes universitarios.

El régimen iraní ha acusado a países como los Estados Unidos y el Reino Unido de fomentar los disturbios y asegura que en los mismos participan miembros del movimiento opositor en el exilio, Muyahidin Jalq, que Teherán considera terrorista.

Las universidades se han convertido en los últimos meses en uno de los escenarios del pulso político y social que divide el régimen iraní.

A la supuesta purga de docentes afines a la oposición se unen las protestas de los estudiantes y el boicot a clases y exámenes en las distintas ciudades del país.

Grupos universitarios ligados a la oposición han denunciado, por su parte, que en el campus se han introducido elementos de las milicias islámica o Basij, que han sido claves en las protestas que se suceden en el país desde hace seis meses.