El español Rafael Nadal, considerado el mejor tenista de la historia sobre polvo de ladrillo, se sobrepuso al mal clima que imperó en Buenos Aires y se coronó campeón del Argentina Open de tenis tras superar en la final al tandilense Juan Mónaco por 6-4 y 6-1.

Nadal, cuarto en el ranking mundial y máximo favorito al título del torneo, empleó una hora y 28 minutos para vencer a Mónaco (60) ante 5.000 personas que se acercaron hasta la cancha central del Buenos Aires Lawn Tennis y disfrutaron de su tenis, luego de padecer demoras e interrupciones a raíz de la lluvia que afectó la ciudad.

El tenista nacido en Mallorca hace 28 años conquistó su título número 65 en el circuito de la ATP y extendió la hegemonía de españoles campeones en Buenos Aires, ya que desde 2008, cuando alzó el trofeo el cordobés David Nalbandian, los siete campeonatos siguientes quedaron en manos de integrantes de La Armada.

Así, Tommy Robredo en 2009, Juan Carlos Ferrero en 2010, Nicolás Almagro en 2011 y David Ferrer en 2012, 2013 y 2014 se adjudicaron el certamen porteño. 

Ahora se sumó Rafa, quien lucirá en sus vitrinas la Copa del Argentina Open, junto a los 9 que ya tiene de Roland Garros.

Nadal había superado en las rondas previas a otros tres tenistas argentinos, Facundo Argüello (146), Federico Delbonis (59) y Carlos Berlocq (74), y llegó a la final con antecedentes muy favorables sobre Mónaco, a quien le había ganado cinco veces contra una sola derrota, en el cemento de Cincinnati en 2007.

El inicio del partido se vio desnaturalizado por el mal estado de la cancha, con charcos de agua visibles y una lluvia persistente que motivó una interrupción de casi una hora, con el marcador 1-1, luego de que ambos mantuvieran su servicio.

Nadal, enojado por la falta de sensatez del juez de silla, que insistía en que se podía jugar y no hacía más que poner en riesgo el físico de los tenistas, interrumpió la final, se juntó con su amigo Mónaco y luego de un breve diálogo decidieron parar para que reacondicionen el polvo de ladrillo.

En la reanudación, Mónaco salió decidido a tomar la iniciativa, con tiros profundos para mantener a Rafa en el fondo, a la defensiva, y así logró ganar sin problemas su servicio y hacerle un partido parejo al mejor de todos sobre polvo de ladrillo, muy alentado por el público que lo apoyó durante toda la semana.

El español, incómodo, varió su táctica y comenzó a arriesgar con tiros más angulados, tanto de derecha como de revés. Esa estrategia le reportó el primer quiebre del partido, se adelantó 4-3 y marcó la primera diferencia en su favor.

Nadal confirmó el quiebre y con el marcador 5-4 sacó para set, que se lo llevó por 6-4 luego de cuatro errores no forzados de Pico, algo ansioso por acortar los puntos, y también errático con su derecha.
El tandilense comenzó a bajar el nivel, no fue el mismo que había mostrado un tenis sólido frente a sus compatriotas Máximo González (94) y Leonardo Mayer (29), y tampoco el que sorprendió al uruguayo Pablo Cuevas (24) y al español Nicolás Almagro (89), en sus dos mejores triunfos de la semana.

Esa notoria merma ante un tenista del calibre de Nadal cambió radicalmente el desarrollo de la final, puesto que pagó caro sus errores y el desenlace llegó por decantación.

El español aprovechó las equivocaciones del tandilense y lo quebró de entrada, con un revés paralelo cuando Pico subía a la red, lo que generó admiración en el público. Luego, el español sacó para 2-0 con el partido encaminado a su favor.

Nadal siguió tallando con su derecha, ajustó la devolución y eso le reportó otro quiebre, se adelantó 3-0 y luego sacó para 4-0, con un dominio total y su rival resignado como no le había sucedido antes en el torneo.

El público, en tanto, intuía el final. Entonces la gente se dedicó a vitorear a tres de los más grandes tenistas argentinos de la historia que presenciaban la final desde la platea, Guillermo Vilas, David Nalbandian y Gastón Gaudio, los tres aclamados, mientras Nadal se ponía 5-1 cómodo.

El final llegó con otro quiebre, esta vez para 6-1, y al fin Nadal pudo festejar luego de nueve meses de sequía, tras su novena coronación en Roland Garros.

Mónaco transitó una semana ambigüa en lo emocional, ya que por un lado estuvo feliz por haber recuperado su nivel, y por otro triste por no haber sido tenido en cuenta por el nuevo capitán de Copa Davis, Daniel Orsarnic, para componer el equipo argentino que recibirá el próximo fin de semana a Brasil, por la ronda inicial del Grupo Mundial.

Al torneo aún le quedaba otro momento emotivo, cuando Nadal recibió el trofeo de campeón de manos del Gato Gaudio, campeón de Roland Garros en 2004 y de Buenos Aires en 2005, e integrante de la selecta lista de los cinco o seis mejores jugadores argentinos de la historia.