En un megaoperativo que incluyó 24 allanamientos, este miércoles quedó desbaratada una banda narco que operaba en Rosario. Finalizados los operativos, la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) informó el arresto de 21 personas entre integrantes de una familia, proveedores y vendedores.

El Ministerio de Seguridad de la Nación informó oficialmente en un comunicado que el clan desarticulado es de “la familia Insaurralde” y fue mencionado como una de las bandas narco más peligrosas de Rosario.

La repartición que conduce Patricia Bullrich detalló que “el padre era el encargado de adquirir la droga, el hijo mayor era su “mano derecha” y su esposa y el resto de la familia eran cómplices del acopio del estupefaciente al tiempo que dirigían las pantallas para el lavado de activos”.

“Detuvimos a todos los miembros de una familia de narcotraficantes, que contaba con una logística muy aceitada, con conexiones en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe", indicó la ministra Bullrich.

Añadió que el operativo “fue consecuencia de una tarea de inteligencia criminal muy seria que desarrolló la Policía de Seguridad Aeroportuaria”.

El ministerio informó que durante los 24 allanamientos simultáneos que realizó el personal de la PSA, se incautaron 32 kilos de cocaína (fraccionada, en bochas y en envoltorios) y más de 83 kilos de marihuana.

Además, se secuestraron vehículos, computadoras, celulares, dinero en efectivo y documentación que será de vital importancia para la causa judicial.

La pesquisa fue ordenada por el Juzgado Federal N° 3 de Rosario, a cargo de Carlos Vera Barros, y contó con la colaboración de la Fiscalía Federal N° 2 de Mario Gambacorta.

La investigación se originó en agosto de 2016, a partir de una denuncia contra un vendedor de droga por homicidio. Las escuchas telefónicas del caso arrojaron que el padre del clan era su principal proveedor de sustancias ilegales.

El ministerio nacional explicó el “modus operandi” del clan: el padre de los Insaurralde viajaba a la provincia de Buenos Aires para hacerse con los estupefacientes, siempre acompañado por “Cabeza”, el transportista; tras fraccionarlos y acopiarlos en Rosario, los distribuía a pequeños vendedores, evitando hacerse cargo de la comercialización al menudeo.

El jefe del clan había armado varias “pantallas”. Su esposa y sus seis hijos (tres hombres y tres mujeres) gerenciaban un mini mercado ubicado en la intersección de la calle Seguí y Pasaje Berlín, y administraban viviendas de alquiler y una pensión. El objetivo: lavar el dinero obtenido para la venta de marihuana y cocaína en la ciudad.

Las escuchas telefónicas y las tareas de vigilancia y seguimiento permitieron a los uniformados no solo detener a todos los miembros de la familia, sino también dar con sus cómplices y el resto de la red de vendedores que eran abastecidos por el clan.