Natascha Kampush, la joven austríaca secuestrada durante ocho años, dijo que sólo pensaba en escapar del lugar de cautiverio, el cual encontraba "injusto" y "terrible", aunque aseguró que la fuga fue decidida de "manera
espontánea".  Además, contó que  desea ayudar a mujeres secuestradas y violadas en México.

La joven reveló aspectos de su cautiverio y su fuga en una entrevista concedida al diario austríaco News,  en la que Natascha desmintió versiones sobre una posible relación entre ella y su captor, Wolfgang Priklopil.

Además, negó rumores sobre una difícil relación con su familia, a la cual, según la prensa austríaca, culpaba de no haber pagado su rescate.

Afirmó que la relación con sus padres es "muy buena"  y consideró que para ellos fue "mucho peor" al pensar que ella estaba muerta.

Kampush reveló haber escapado "a través del alambrado del jardín" de la casa donde estaba cautiva, en el momento en que su secuestrador estaba distraído hablando por teléfono.

"Me giraba en la cabeza y por primera vez me di cuenta lo débil que estaba", manifestó Natascha, quien al momento de escapar pesaba 42 kilos.

Tras abandonar la vivienda en la que fue mantenida en cautiverio durante ocho años, Kampusch llegó a la periferia de Viena e intentó hablar con la gente "pero inútilmente porque no tenían celular", según dijo.

Finalmente se decidió y saltó a través de una ventana de la cocina de una vivienda vecina, donde una señora hablaba por teléfono a quien le rogó que llamará a la policía.

Natascha se refirió mínimamente a su captor y consideró su suicidio como "un desperdicio porque ninguno debe quitarse la vida" y anotó luego que de estar vivo habría podido darle a ella y a la policía "muchas informaciones".

Además, aseguró que su deseo es llevar adelante un proyecto "para mujeres en México, que son raptadas desde sus puestos de trabajo, secuestradas, torturadas de la forma más brutal y violadas".

"Quiero aportar lo mío para que eso no pase nunca más", señaló la joven, que el pasado 23 de agosto logró abandonar para siempre su calabozo subterráneo de apenas seis metros cuadrados.

Por otra parte, señaló que también desea ayudar a las personas que sufren hambre en Africa, ya que "de experiencia propia sé lo que significa tener hambre y como humilla a las personas".

En todo caso, agregó, "lo más importante es ayudar a todas aquellas personas que pasaron por los mismo que me sucedió a mí".

A la pregunta de si cree en Dios, la joven contestó: "Bueno, es muy ambivalente, pero sí creo un poco".

Comentó que al principio rezaba, pero luego dejó de hacerlo porque "el criminal (Priklopil) también rezaba. Y eso no puede ser. Yo pienso que también Fidel Castro reza."

Por otra parte, Kampusch dijo que todavía no sabe si va a escribir un libro sobre sus experiencias.

Aseguró que durante su cautiverio tuvo problemas de circulación que le hacían sentir taquicardia y mareos, y que pese a ello su captor le obligaba a transportar cubos con tierra mientras hacían una obra en el jardín de la casa.