De acuerdo a la visión de Umberto Eco, los docentes “tienen que poner a los alumnos en condiciones de decantar las informaciones relevantes”. El autor de El nombre de la rosa destaca que a partir de la consolidación de Internet, “la mayor parte de los usuarios quiere, sobre todo, tener un acceso rápido a la información”.
Para el semiólogo italiano, la oposición entre los nuevos medios y la cultura letrada no es lo más importante. “Las nuevas tecnologías van a volver obsoletos a determinados tipos de libros, como las enciclopedias o los libros de consulta”, por una cuestión de portabilidad y de actualización de la información.
“Las enciclopedias impresas, que ocupan varios metros en los estantes, pueden ser sustituidas por CD-Roms o enciclopedias on line. Los libros de literatura, por el contrario, no van a ser sustituidos por la computadora”, señala Eco en una entrevista publicada por la revista Ñ. El debate sobre el fin de los libros “es artificial”. Las computadoras deberían ayudarnos a “reducir la masa de libros publicados”, dice. Lo que cambian son las funcionalidades.
Por otra parte, el semiólogo destaca que “no es lo mismo leer frente al monitor de la computadora que leer un libro. Las oportunidades de pensar y reflexionar acerca de lo que se está leyendo también es diferente”. Y ejemplifica: “por los pasillos de las universidades y de las oficinas, miles de personas van día a día con toneladas de hojas sueltas, sin encuadernar”.
El problema fundamental, sin embargo, parece ser otro. “Con Internet irrumpió una cultura que no filtra nada. Cuando hay demasiada información faltan los criterios según los cuales se elige. Si busco Goethe en Internet, encontraré más de 10.000 páginas. ¿Pero cuáles son útiles? Esa es la cuestión que interesa”, apunta. ¿Qué de todo eso es superfluo, qué es relevante, qué es confiable, qué es poco serio? Eco compara a Internet con una “biblioteca babilónica” y refuerza la idea al señalar que la escuela tiene que extremar las capacidades de los alumnos para “separar lo irrelevante” y desarrollar “reglas y técnicas” de valorización de la información encontrada.
Fuente: Revista Ñ
Para el semiólogo italiano, la oposición entre los nuevos medios y la cultura letrada no es lo más importante. “Las nuevas tecnologías van a volver obsoletos a determinados tipos de libros, como las enciclopedias o los libros de consulta”, por una cuestión de portabilidad y de actualización de la información.
“Las enciclopedias impresas, que ocupan varios metros en los estantes, pueden ser sustituidas por CD-Roms o enciclopedias on line. Los libros de literatura, por el contrario, no van a ser sustituidos por la computadora”, señala Eco en una entrevista publicada por la revista Ñ. El debate sobre el fin de los libros “es artificial”. Las computadoras deberían ayudarnos a “reducir la masa de libros publicados”, dice. Lo que cambian son las funcionalidades.
Por otra parte, el semiólogo destaca que “no es lo mismo leer frente al monitor de la computadora que leer un libro. Las oportunidades de pensar y reflexionar acerca de lo que se está leyendo también es diferente”. Y ejemplifica: “por los pasillos de las universidades y de las oficinas, miles de personas van día a día con toneladas de hojas sueltas, sin encuadernar”.
El problema fundamental, sin embargo, parece ser otro. “Con Internet irrumpió una cultura que no filtra nada. Cuando hay demasiada información faltan los criterios según los cuales se elige. Si busco Goethe en Internet, encontraré más de 10.000 páginas. ¿Pero cuáles son útiles? Esa es la cuestión que interesa”, apunta. ¿Qué de todo eso es superfluo, qué es relevante, qué es confiable, qué es poco serio? Eco compara a Internet con una “biblioteca babilónica” y refuerza la idea al señalar que la escuela tiene que extremar las capacidades de los alumnos para “separar lo irrelevante” y desarrollar “reglas y técnicas” de valorización de la información encontrada.
Fuente: Revista Ñ


