El 15% de los niños es alérgico persistente a la leche y el 25% al huevo. Un hospital español propone un procedimiento que se realiza por vía oral de forma pautada y controlada, empezando por cantidades muy pequeñas mezcladas con jugos hasta alcanzar la tolerancia total.

La historia natural, dice Elena Alonso, del Hospital Gregorio Marañón, es evolucionar hacia la tolerancia, y la mayoría de los afectados termina curándose. En el caso de la leche, el 85% se cura de forma espontánea a los cuatro años; y en el del huevo, el 75% a los cinco años de tratamiento. Sin embargo, dice, hay un pequeño número de niños que no se curan y deben vivir con una complicada dieta exenta de leche y huevo. En estos casos, se convierte en alergia persistente, que llega a alcanzar al 15% de los niños que no pueden tomar leche, y al 25% respecto del huevo.

Hasta ahora había dos tipos de tratamiento: evitar estos alimentos y los productos que los contengan, y el tratamiento sintomático de ingestiones accidentales. Sin embargo, explica Alonso el 67% de los niños mayores de cuatro años con alergia a la leche ha sufrido algún episodio alérgico en los dos años previos; el 80% ha sufrido cambios en su vida diaria, y el 85% ha tenido problemas relacionados con las actividades extraescolares.

Según la Asociación Española de Alérgicos a Alimentos y Látex (Aepnaa), el 18% de las reacciones alérgicas en los niños tiene lugar en el ámbito escolar.

El programa de inducción a la tolerancia de leche y huevo ha tratado a 98 niños con alergia a la leche y a 29 intolerantes al huevo, todos ellos mayores de cuatro años, con una tasa de éxito del 90%. Es un procedimiento novedoso, que se realiza por vía oral de forma pautada y controlada, empezando por cantidades muy pequeñas mezcladas con zumos.

"Conforme el niño va admitiendo esas cantidades, se incrementan hasta elevar su umbral de tolerancia hasta llegar a 175 o 200 centímetros cúbicos en una sola toma", explica Alonso. Y con ello se alcanza la tolerancia total del alimento, es decir, "la curación" y se evitan los síntomas y problemas de restricción de alimentos y actividades que presentaban los niños y su entorno, adquiriendo una mayor calidad de vida.

Muchos de los que padecen estas alergias son niños que ven limitada su calidad de vida y las posibilidades de participar en actividades tan habituales para otros niños como disfrutar de una comida familiar, comer en el colegio, comer una pizza o incluso asistir a una fiesta infantil. Una ingesta accidental de un alimento al que se es alérgico (lo que ocurre con frecuencia debido a la falta de identificación de muchos ingredientes) puede tener consecuencias graves, desde urticaria a anafilaxia.

Las personas afectadas por algún tipo de alergia están obligadas a seguir una dieta totalmente exenta de dichos alérgenos. Productos básicos en la dieta de cualquier niño, como la leche o el huevo, deben ser sustituidos por fórmulas especiales. Esto supone un alto coste cuando el afectado no supera su alergia y debe seguir, para mantener un estado nutricional correcto, con su consumo después de esta edad.

Evitar estos alérgenos más habituales es difícil, dada su amplia presencia en los productos manufacturados cuyo consumo puede suponer un riesgo para el alérgico. Según la Aepnaa, muchos productos contienen alérgenos (leche, huevo, etc.) bajo otras denominaciones. Y denuncian que son poquísimos los productos que se venden con el etiquetado "libre de", y ofrecen, por lo tanto, una seguridad de consumo al afectado.

Fuente: El País