Si los sex shops tradicionales fueron creados por hombres y para hombres, los nuevos productos eróticos que salieron al mercado intentan reivindicar no sólo el sexo de pareja y dentro del hogar sino también el derecho de toda mujer al orgasmo. “Son artículos sensuales que enriquecen la vida sexual de un matrimonio, preparan para el encuentro sin perder el afecto y el romanticismo”, contó Valeria Couture de Troismont, responsable de Hanky Panky, una empresa de venta directa de este tipo de artículos. ¿Un nuevo concepto de revolución sexual?

Valeria es psicóloga, actualmente estudia una maestría en sexología y llegó a la ciudad nada más y nada menos que para reclutar consultoras que estén dispuestas a sumarse a la firma.

Aunque la exigencia para ser vendedora es tener más de 18 años, no hay límite de edad para las interesadas en sumarse a este emprendimiento. Según Valeria, los requisitos para ser parte de Hanky Panky son “ganas de ser su propio jefe, no estar restringidas en horarios de trabajo de nueve a cinco, tener ganas de ser líderes de venta, formar equipos de trabajo y disfrutar del contacto de la gente”.

En sólo dos horas Valeria ya se entrevistó con 15 rosarinas interesadas en sumarse a la red de consultoras de venta de Hanky Panky. “Lo importante de este trabajo es que no sólo se vende sino también se educa. La idea es que todas las mujeres estén preparadas para informar a las demás acerca de cómo promover el bienestar y brindarles herramientas para echar mano de estos objetos”, explicó la singular emprendedora.

Para obtener estos artículos sensuales no hace falta descender a los oscuros sótanos de las galerías menos transitadas donde se encuentran los sex shops tradicionales. Esta nueva revolución sexual se palpita al interior de las propias casas donde las mujeres se reúnen para la compra directa de los artículos plásticos. Los palpan, los observan, los prueban, los eligen bajo la atenta mirada de sus amigas que también participan del encuentro.

“Los artículos están pensados para parejas y relaciones estables”, dice Valeria. Y agrega: “La mayoría de las mujeres que compran vienen de matrimonios de años y lo hacen para darle ese plus que le falta a la pareja, para agregarle el condimento que se disolvió con el paso de los años. O bien mujeres que tienen dificultad para llegar al orgasmo”.

Tampoco estas pequeñas cositas tienen la necesidad de ser camufladas para que las criaturas de la casa las descubran en algún cajón y con ojos de niño pero no por eso menos inquisidores pregunten: ¿Mami y esto que es? “Son ante todo discretos. No se tienen que esconder bajo llave porque muchos pasan desapercibidos. La línea de cremas íntimas en lugar de tener la foto de una pareja desnuda tiene un packaging delicado que disimula”, abundó Valeria.

Con tamaño justo para la cartera de la dama la línea de vibradores de Hanky Panky contiene uno con forma de labial que aunque no pinta provoca varias comezones (220 pesos), otro con formas de bolitas y muy fácil de confundir con algún accesorio para el cabello (70 pesos) y otro con forma de delfín con multivelocidad para usarlo bajo el agua (100 pesos).

Además de Hanky Panky otra firma que tiene su sitio en Internet también distribuye en el país sus productos eróticos. Hay lencería erótica, velas, aceites, juegos de cartas que muestran distintas posiciones, dados, masajeadotes y plumas para acariciar. Aunque impulsada por las mujeres esta nueva revolución sexual no escapa de la premisa de todo producto acompañado de un manual.

Si antes las féminas se apoltronaban en los sillones de casa para comprobar las virtudes de los productos plásticos de Tupper, a hora lo harán para saber cómo, cuándo y en que momento sacar provecho de las bondades de estos pequeños plásticos.