Desde mediados de mes los fumadores adquirieron un nuevo hábito: evitar el contacto directo con las imágenes de alto impacto que aparecen en los atados de cigarrillos. Cada uno busca la forma más efectiva para no posar la mirada sobre una pierna afectada por la gangrena o el rostro de un hombre a punto de morir asfixiado. Sin embargo, la campaña nacional en contra del tabaquismo logró ir más allá y empieza a notarse una baja en la venta de las primeras marcas. Consultada al respecto, la socióloga Alicia Vidal analizó los efectos de la iniciativa y habló de una adicción pasada de moda.

A partir de la puesta en marcha de la resolución 497/2012 del Ministerio de Salud de la Nación, en la mitad del dorso de los paquetes aparece una frase de concientización sobre los efectos del cigarrillo. En tanto, el 50 por ciento del frente se cubre de impactantes imágenes que vienen a reforzar el mensaje. Una mujer internada, el rostro de un hombre sufriendo una hemorragia, la carita de un bebé recién nacido enfermo, un pulmón negro de fumador, son algunas de las fotos usadas.

Rosario3.com realizó una consulta entre varios fumadores para conocer cómo reaccionan ante estas fotos y las respuestas, aunque disimiles, tienen algo en común: sacar los ojos de ahí. Alejandro C. contó que suele cubrir la imagen de su atado con un encendedor y aunque Pablo M confió en que la campaña logró hacerlo reflexionar sobre su hábito, reconoció que sigue fumando y usa el teléfono celular para tapar lo que no quiere ver.

Por su parte, Luciano S aseguró no sentirse conmovido por las fotos pero reconoció que interpone el papel de aluminio de la caja. No descartó comprarse una cigarrera y así terminar con esto: “Muchas personas me dijeron que iban a comprarse una y me pareció una buena idea”, indicó.

Hay otras alternativas a la realidad que desprenden los nuevos atados. Carlos W tampoco siente nada especial por las fotos pero también recurre al papel plateado. “No entiendo por qué tenemos que mirar eso. Al final me termina dando un poco de risa”, reflexionó. Quizás una medida más extrema es la que tomó Rosario D: “Guardé varias cajas viejas y las voy llenado a medida que compro cigarrillos. Así al menos no tengo que ver eso tan feo todo el tiempo”, confesó.

Los quiosqueros están al tanto del rechazo que generan los nuevos paquetes. Algunos consultados señalaron que los compradores suelen elegir el atado y van por aquellos que les cause menos malestar. En el barrio de Pichincha, un comerciante le coloca un cartoncito sobre la foto y le evita el mal trago al cliente.

Los fotos no se hacen humo

Más allá de los “rebusques” del consumidor, existe una inminente baja en la venta de cigarrillos. Desde una de las distribuidoras de cigarrillos más importante de la ciudad, admitieron que se venden menos paquetes desde que apareció la sangre en los atados.

La periodista y socióloga de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) Alicia Vidal, consideró que las imágenes “no aportan nada nuevo a lo conocido sobre los efectos nocivos del cigarrillo” aunque observó que “si los consumidores conscientemente deciden “no mirar” aquello que les advierte sobre lo que están haciendo, el mismo acto de encubrir esto evidencia que el mensaje ha llegado. Al contrario, les resulta tan perturbador que necesitan taparlo”.

Sin embargo, existe la posibilidad “de provocar un efecto de acostumbramiento, como de “mirar sin ver””, alertó. Y explicó al respecto: “Se mira la foto de un pulmón dañado pero no se la puede percibir como un hecho real que le atañe directamente al consumidor. Se “naturaliza” esa imagen y se la despoja de sentido”.

Para la socióloga “la aplicación de este tipo de imágenes en los paquetes de cigarrillos no puede tomarse de modo aislado al resto de las cuestiones que giran en torno al consumo de tabaco” y en este sentido se refirió a las restricciones impuestas de no fumar en lugares públicos cerrados. Pero puso en relieve otra cuestión: “la condena social que no pasa tanto por lo legal sino por lo que “ya no está de moda””, apuntó.

“Hoy fumar o ser gordo, son socialmente, casi pecados. Al tiempo que hay una mirada “friendly”
sobre el consumo del “porro de marihuana” el cigarrillo pasó a ser un consumo vergonzante”, observó.

“Fumar ya no es cool ni “da nivel” como decía la vieja publicidad de Claudia Sánchez y el Nono Pugliese cuando recorrían el mundo pregonando “LM marca su nivel””, recordó y agregó en ese sentido: “El fumar quedó del lado de los hábitos demodé y solo puede adquirir cierto glamour de la mano de series como Mad Men donde se retrata a casi todos los personajes del mundo publicitario de los ’60 fumando y tomando whisky como símbolo del “bon vivant””.