El paso de la niñez a la vida adulta representa una etapa de mayor vulnerabilidad para los trastornos alimentarios. Pese a que cada caso es único existen causas psicológicas, biológicas y sociales para el desarrollo de este tipo de trastornos.

La adolescencia supone una serie de pérdidas: el sentimiento de protección y seguridad que brindaba la sensación de tener padres "todopoderosos" desaparece y deja a los jóvenes una sensación de soledad.

En la última edición de la revista Psicología Positiva, el licenciado Gabriel Rolón asemeja la nueva relación con el cuerpo a "alguien que hubiera manejado siempre un auto pequeño y de pronto tuviera que conducir uno mucho más grande".

Para él, hay autores que describen a las madres de las jóvenes anoréxicas como exigentes, dominantes, sacrificadas, hipercríticas o rígidas, y con un marido ausente en la crianza.

Desde la perspectiva psicológica, la bulimia está relacionada con personalidades impulsivas, inestables, ansiosas, con altibajos anímicos. En tanto que la anoréxica desarrolla una gran voluntad y dominio de sí misma.

Respecto al factor social, la exigencia de una delgadez generalizada trasmitida por los medios "obliga" a la mujer a estar delgada para ser aceptada.

Cuando el cuerpo se transforma en una obsesión, si el peso determina el estado anímico, o la actividad física se vuelve compulsiva son algunas de las señales de alerta de que se debe consultar a un especialista.
Fuente: Infobae