El búnker del triunfante Frente Progresista en Rosario estuvo marcado por la euforia típica que le imprimen los militantes pero también por discursos que apostaron a una nueva construcción de "consenso", palabra que junto a "pluralidad" y "diálogo" fueron la columna vertebral de los discursos que se escucharon sobre y debajo del escenario.

Sobre ese punto hizo hincapié el intendente Miguel Lifschitz, el primero en hablar cuando subieron él, los concejales electos Clara García y Gonzalo Del Cerro y un Hermes Binner que bailaba y tiraba golpecitos al aire, a capitalizar la victoria a las 22 de este domingo.

Es cierto que los números alcanzaron para evitar una derrota frente al PJ, que perdió más de diez puntos de cara a las internas, pero la jornada no fue como para destapar champán (de hecho hubo apenas agua en las mesas del búnker). Es que la lista del Frente no llegó al 30 por ciento (27,8 era la cifra que manejaba García a las 23.30). Por eso el jefe del Palacio de los Leones aseguró que "estamos muy contentos por los resultados obtenidos en la toda la provincia y en especial aquí en Rosario, en donde hemos superado con éxito una elección difícil".

Lifschitz aprovechó entonces para criticar la "muy mala elección del PJ que reunió al kirchnerismo y al reutemismo" y también metió entre los factores que jugaron en contra del socialismo y sus aliados a "algunos periodistas" que se enseñaron con el PS "con motivo del voto en la Cámara de Diputados por la ley de medios".

En ese momento los presentes interrumpieron con un fuerte aplauso y los militantes empezaron a dedicar la victoria: "Vení, vení, vení, sacale una foto, al Tigre y Boasso con el culo roto". Lifschitz destacó que el Frente se impuso en "17 de las 22 seccionales" lo que un "respaldo al trabajo, una muestra de confianza en el centro y en los barrios".

Pero a nadie se le escapaba a esa altura que el 70 por ciento de los rosarinos no eligió la lista oficial y que con cuatro concejales electos el PS pierde la mayoría absoluta  en el Palacio Vasallo. Por eso, el intendente hizo un espacio en su discurso a señalar que es el tiempo de "tener propuestas, mucho diálogo y presencia en barrios y en las instituciones".

Tras esos 15 minutos, el segundo candidato de la lista y hombre de la UCR, Gonzalo del Cerro, se hizo tiempo para enfrentar por segunda vez los micrófonos (había hablado una hora antes para dar un mensaje vinculado a a la interna partidaria). "Quiero reafirmar mi compromiso con el Frente Progresista y con los valores de verdad, porque sin ese contenido de moral no hay política posible y seremos meros charlatantes. Yo soy un pleno radical", soltó el hombre de pantalón bordo y campera blanca, para despertar la ovación del grupo de jóvenes de la Franja.

Agravios, atrás

"Quiero agradecer a quienes nos votaron y también a quienes no nos votaron. Nosotros entendemos las miradas plurales y éstas no son un riesgo para la gobernabilidad. Vamos a dialogar y poner las fuerzas para generar consenso. Lo que viene será siempre lo mejor para Rosario", arrancó diciendo Clara García, secretaria de la Producción que encabezó la lista.

La concejala electa se acordó de los "agravios" de la campaña pero pidió "dejarlos a un lado" para avanzar en conjunto. Después, una curiosidad, le agradeció a Lifschitz que haya confiado en ella, una candidata con "escaso grado de conocimiento y poca experiencia, que además era mujer, no fue sencillo". También agradeció a su familia y sus tres hijos, y se emocionó al nombrarlos.

Cerró la lista de oradores en el Aristón, el gobernador Binner que si bien habló de "un espaldarazo" enfatizó que la "provincia de Santa Fe sale adelante en tanto tengamos espacio para el dialogo y para el consenso" y volvió a la carga con su iniciativa para reformular la Constitución.

Después de tantas palabras, llegaron los brazos en alto, las fotos, los cantitos de los militantes (contra Cavallero, contra Boasso, contra Carlos Reutemann y favor del Frente "que no para de crecer") y el diálogo de con los periodistas. Allí surgió una frase de Lifschitz que quizás se ajustó más al resultado de la elección -una victoria muy ajustada pero perdiendo terreno político-. No fue una exclamación de festejo sino de reconocimiento del nuevo escenario local: "No le tenemos miedo al diálogo". A los pocos minutos, el Aristón era una sala desierta.