El italiano enfermo de distrofia muscular que luchó por su derecho a la eutanasia, Piergiorgio Welby, murió este jueves con la ayuda de un médico para desconectar el respirador artificial con el que vivía.

El médico anestesista Mario Riccio indicó en una rueda de prensa convocada por el Partido Radical Italiano que "era claramente el deseo de Welby (que se desconectara la máquina) y (yo) no veía ningún obstáculo".

Riccio, que trabaja en un hospital de Cremona (norte de Italia), dijo que encontró a Welby el pasado lunes, cuando le confirmó "plenamente su voluntad" y este miércoles le reiteró otra vez su deseo de que "ser sedado y poner fin" con la respiración artificial.

Para Riccio, el de Welby era "un derecho reconocido" por lo que se mostró "disponible" para ayudarle a ejercerlo, aunque una juez señaló la semana pasada que si bien el enfermó podría pedirlo, no era "un derecho concretamente tutelado".

La hermana de Welby, Carla, dijo que todo había sucedido "como él quería" y agregó que "ha sido un gran director aún en esta situación, ha querido darse cuenta de todo, saludar a todos, a cada uno en la manera justa".

La batalla de Welby en favor de la eutanasia ha generado un encendido debate en Italia, que mantiene dividido a los partidos políticos.

Welby había reclamado no sólo ante la Justicia sino también de manera oficial a sus médicos y hasta al presidente de la República, Giorgio Napolitano, su derecho a interrumpir el tratamiento terapéutico que le mantenía con vida, pero postrado en una cama.

Carla Welby deseó que no se olvide a "Giorgio y su batalla", y pidió a los políticos que logren "un terreno de encuentro", que "dejen a un lado las ideologías, los rencores" porque el mundo cambia "rápidamente y ya vamos demasiado por detrás".

Para la hermana de Welby "nunca nadie se dará cuenta de cómo han sido de duros para nosotros estos (últimos) 89 días" ni de "cuánta era la determinación del enfermo al desear lo que pedía".

El parlamentario del Partido Radical Marco Capeto, dijo que Welby logró su deseo "con pleno respeto" a la ley y a la Constitución y reiteró que el derecho de poner fin al tratamiento terapéutico "le venía reconocido en el papel pero en la práctica y los hechos le era negado".