Las protestas desatadas en la población sunnita tras el ahorcamiento de Saddam Hussein y, sobre todo, la presión internacional, hicieron que las autoridades iraquíes pospusieran la ejecución de dos altos ex colaboradores del ex dictador.

Brazan Al Tikriti, medio hermano de Saddam y ex jefe de inteligencia de Irak, y Awad Al Bandar, ex juez de la Corte Revolucionaria, habían sido condenados a muerte por la matanza de 148 chiítas en la aldea de Dujail, en el mismo juicio que condenó a muerte a Saddam.

Entre otras protestas del exterior, las autoridades recibieron un pedido de la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Louise Harbour, para evitar las ejecuciones. El llamado fue, a su vez, respaldado por el nuevo secretario general de la ONU, el surcoreano Ban Ki-moon.