La tecnología puede jugar a ser un cuerpo humano. Así, puede simular sus características, formas y funciones para intentar predecir cómo actuará frente a un microorganismo que lo ataca. Esta especie de juego pertenece a una disciplina científica que comenzó a desarrollarse tímidamente en la década de los 90 y que ganó impulso con la llegada del siglo XXI: la inmunoinformática.

Se trata de una rama de la bioinformática que usa las herramientas de la computación para comprender mejor el funcionamiento del sistema inmune y, así, poder predecir cómo reaccionará ante un determinado patógeno. Este conocimiento es útil para diferentes aplicaciones, pero el ambicioso objetivo de la disciplina es poder crear vacunas contra todo tipo de enfermedades.

En el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) hay un equipo pionero, dirigido por Morten Nielsen, que trabaja en el área. Nielsen, de origen danés, llegó al país en 2006 tras casarse con una colega argentina a la que conoció mientras cursaba un doctorado en Canadá. En 2010, Nielsen ingresó al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), institución de la que ahora es investigador principal, y se instaló definitivamente en el país. Actualmente, dirige a varios becarios que trabajan en inmunoinformática, algunos de los cuales provienen de las ciencias biológicas y otros de la informática. Además, dirige un grupo en Dinamarca, cuyos datos son utilizados por los investigadores locales para testear y mejorar los modelos de producción propios.

¿Cómo nació la disciplina?

Es difícil decir cuál fue el origen. El primer científico que mencionó la palabra en una publicación fue Vladimir Brusic, un investigador que ha estado en muchos lugares del mundo y en ese momento estaba en Hong Kong. Eso fue en el año 2000, pero ya había grupos en Dinamarca, Alemania, Inglaterra y Francia. Actualmente, hay grupos en todo el mundo, pero los más grandes están en Europa y Estados Unidos. En la Argentina, no hay otro grupo además del nuestro y, en América Latina, hay algunos grupos chicos en Perú, Chile y Brasil.

¿Para qué sirve la inmunoinformática?

El sistema inmune tiene dos áreas: la parte humoral, compuesta por los anticuerpos, y la celular, mediada por las células T. Mi enfoque siempre ha sido hacia las células T. Básicamente, intentamos entender cómo es la respuesta inmune ante un patógeno. Lo complejo es que esa respuesta está dirigida solo hacia unas diez proteínas o péptidos de los miles que tiene, por ejemplo, una bacteria. Además, actúa contra una parte muy pequeña de cada proteína. Es decir, que la respuesta inmune tiene un enfoque muy específico.

Entonces, si uno logra entender por qué fue seleccionada esa parte en lugar de otra, podría usar esa información para hacer una vacuna que sea eficiente contra lo que se quiere atacar sin causar efectos colaterales. Eso es lo que estamos tratando de descubrir con mis grupos de trabajo: cuáles son las reglas o patrones del sistema inmune que definen los blancos a atacar.