Cada año se producen en el mundo 76 millones de embarazos no deseados, producto de la falta de acceso a métodos anticonceptivos de alrededor de 200 millones de mujeres de distintas partes del planeta. "Sólo con reducir esta tasa de natalidad se estará ayudando al planeta” aseguran los especialistas en el tema.
El planteo surge de un editorial de la revista “The Lancet” que explica que "los países en vías de desarrollo, que son los menos responsables de las emisiones que calientan el planeta, son en cambio quienes más sufrirán el impacto en la salud de esta alteración del clima. El rápido crecimiento de población en esos lugares aumenta aún más su vulnerabilidad". Por lo tanto, si se puede controlar la demografía, además de mejorar la salud, se reducirá la presión que el exceso poblacional ejerce sobre el medio ambiente y, en consecuencia, se estará luchando contra el cambio climático.
De hecho, un informe británico establece que las estrategias de planificación familiar son cinco veces más baratas e igual de efectivas que las tecnologías verdes para combatir el cambio climático. "Cada siete dólares (casi cinco euros) gastados en planificación familiar durante las próximas cuatro décadas reducirían las emisiones globales de dióxido de carbono más de una tonelada", establece el documento.
Así, se considera que "el cambio climático es la mayor amenaza global para la salud del siglo XXI", establece que la educación universal y el acceso a información sobre salud sexual y reproductiva "son las mejores vías para un desarrollo sostenible y concienciado con el ambiente".
Esta relación entre las cuestiones reproductivas y el cambio climático está ganando cada vez más peso científico. Un estudio de los primeros 40 Programas Nacionales de Acción (NAPA), firmado por los países menos desarrollados durante la Convención de la ONU sobre el cambio climático, mostró que 37 de estos países relacionaban el aumento de población con el cambio climático. Pero tan sólo seis de ellos identificaban los programas de planificación familiar como parte de una estrategia para combatir el calentamiento global.
Por eso, se considera que ha llegado el momento de que la salud sexual y reproductiva entre en la agenda del cambio climático y obtenga la atención que la salud de la mujer, normalmente olvidada, merece. Hasta ahora los progresos en este campo han sido inadecuados.
Fuente: El mundo