Los tatuajes en la panza de una futura mamá lucen preciosos. Sin embargo, cuando estás embarazada, lo más importante es tu bebé y, por eso, la seguridad irá ante todo. 

Hay que tener en cuenta que las agujas mal lavadas o sin esterilizar son un gran foco de transmisión de enfermedades como Hepatitis B y C, Tétanos, entre otras tantas. En el caso del VIH, según indican los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los tatuajes presentan un posible riesgo de transmisión, pero no se han documentado casos de transmisión del VIH por esta actividad. De todas maneras, es importante asegurarse de que solo se usan agujas, tinta y demás suministros nuevos y de que la persona que realiza el procedimiento tenga la licencia correspondiente.

Si de todas formas la futura mamá quiere hacerse un tatuaje a pesar de que no sea lo más conveniente o lo más indicado durante esta etapa, lo mejor es que no lo haga sobre la panza, ya que allí la piel está más sensible. 

Los tatuajes de henna en embarazadas son una gran opción. Pero hay que tener dos cosas en cuenta: 

Antes que nada, procurá que te lo realicen en un lugar esterilizado con elementos limpios. Y en segundo lugar, ¿sabías que la tinta de henna negra no es natural? Este color contiene parafenilendiamina, un agente que se usa en muchos colorantes capilares y puede causar quemaduras, ampollas y alergias. Optá por las tinturas naturales naranjas, rojas o marrones que pueden durar hasta cuatro semanas. 

Dicen que si tenés un tatuaje en la espalda, no podrás recibir la epidural. Por ahora, no existen estudios que lo respalden y los anestesistas la inyectan de todos modos.

Previo a consultar con un tatuador y tu obstetra deberías preguntarte si realmente vale la pena correr el riesgo. Recomendamos tatuarse 6 meses después de haber dejado de amamantar.