La fiebre amarilla es una enfermedad viral aguda e infecciosa de gravedad muy variable, causada por el virus del mismo nombre y que entre seres humanos se transmite por la picadura de mosquitos. Aunque este mal puede permanecer localmente desconocido en el hombre por extensos períodos, puede brotar súbitamente en un modo epidémico, como ocurrió el último mes en Paraguay.
Se trata de una enfermedad que sólo existe en Sudamérica, Centroamérica, el Caribe y África, ya que los brotes se producen entre personas que trabajan en las selvas tropicales lluviosas.
Si bien la fiebre amarilla no cuenta actualmente con un tratamiento eficaz para ser curada, sí es efectiva la vacunación preventiva.
Lo amarillo de la enfermedad, tambien llamada vómito negro o plaga americana, se refiere a los signos de ictericia –coloración amarillenta de la piel y mucosas– que afectan a algunos pacientes.
Ese es sólo uno de los síntomas: hemorragia y albuminuria intensa son las otras dos formas de manifestación del mal, que durante su incubación, que dura entre tres y seis días, el virus permanece inactivo.
La primera fase, que dura entre tres y cuatro días, se caracteriza por fiebre, escalofríos, dolores musculares, cefaleas, pérdida de apetito, náuseas, vómitos y el signo de Faget, frecuencia cardiaca normal en presencia de fiebre elevada. Pasado este periodo el paciente mejora y los síntomas desaparecen.
La fiebre amarilla fue una fuente de epidemias devastadoras en el pasado. Soldados franceses fueron atacados por esta enfermedad durante la Revolución Haitiana de 1802, en donde más de la mitad de la milicia murió por razón de la enfermedad.
Se trata de una enfermedad que sólo existe en Sudamérica, Centroamérica, el Caribe y África, ya que los brotes se producen entre personas que trabajan en las selvas tropicales lluviosas.
Si bien la fiebre amarilla no cuenta actualmente con un tratamiento eficaz para ser curada, sí es efectiva la vacunación preventiva.
Lo amarillo de la enfermedad, tambien llamada vómito negro o plaga americana, se refiere a los signos de ictericia –coloración amarillenta de la piel y mucosas– que afectan a algunos pacientes.
Ese es sólo uno de los síntomas: hemorragia y albuminuria intensa son las otras dos formas de manifestación del mal, que durante su incubación, que dura entre tres y seis días, el virus permanece inactivo.
La primera fase, que dura entre tres y cuatro días, se caracteriza por fiebre, escalofríos, dolores musculares, cefaleas, pérdida de apetito, náuseas, vómitos y el signo de Faget, frecuencia cardiaca normal en presencia de fiebre elevada. Pasado este periodo el paciente mejora y los síntomas desaparecen.
La fiebre amarilla fue una fuente de epidemias devastadoras en el pasado. Soldados franceses fueron atacados por esta enfermedad durante la Revolución Haitiana de 1802, en donde más de la mitad de la milicia murió por razón de la enfermedad.


