El sistema educativo se está viendo realmente en apuros a la hora de responder a esa nueva demanda de profesionales altamente preparados para integrarse en un mundo laboral que cambia a un nivel prácticamente inalcanzable para los programas de formación. La solución pasa por impulsar proyectos académicos con visión empresarial y por realizar convenios con otras instituciones para emparejar a los alumnos con las nuevas necesidades del mercado.

Desde antes de terminar sus estudios correspondientes, los estudiantes tienen la oportunidad de conocer de primera mano cómo funciona el mundo real respecto a su área de estudios, para que puedan tomar una correcta decisión sobre el camino a seguir tras finalizar una de las mejores etapas de sus vidas. Suena bien, pero quizá hoy no es suficiente para garantizar el crecimiento de estos nuevos profesionales.

Los programas de prácticas de empresa para los graduados se han convertido en una ventana cultural y profesional donde realmente pueden ejercitar lo aprendido durante sus años universitarios y aportar un valor fresco y creativo en pequeñas y grandes empresas. Para ello, es necesario que cuenten con la garantía de caer en un ambiente donde realmente se aprecie su trabajo.

A las empresas que destacan en el sector de la innovación no les tiembla el pulso a la hora de apostar por el talento joven y retenerlo si está en sus manos. Saben que ese apartado de profesionales proveniente de la llamada ‘Generación Z’ está más que familiarizado con los cambios tecnológicos que hoy en día marcan tendencia en el mundo laboral y que lo seguirán haciendo durante los próximos años. Ahora empieza su momento y hay que escucharlos.

También hay quienes acusan de precarias a las maneras en las que estos egresados se enfrentan a un trabajo real por primera vez. Hay varios casos en los que su aportación no se ve remunerada o apenas reciben una ayuda simbólica por hacer ver a las empresas cómo manejarse ante las nuevas necesidades del mercado.

Esto ha hecho que se incremente el número de jóvenes emprendedores que están totalmente decididos a sacar adelante sus proyectos autogestionados. No piensan formar parte de un conglomerado que obtenga lo mejor de ellos sin recibir los beneficios correspondientes, y por una parte, están en lo cierto.

Las casas universitarias ya están prestando atención a esto y solo se involucran con empresas públicas o privadas que tengan intención de contratar a sus recién graduados (si se da el caso), retribuyan económicamente su talento o que verdaderamente sean un espacio de crecimiento profesional que funcione como un trampolín para el futuro laboral de los mismos.

Fuente: Universia Argentina