
Fernanda Blasco
Flaco al punto de que se le ven los huesos, pelo y lentes oscuros, sombrero tejano. Algo desgarbado. Lejos, muy lejos de la pose de galán sonriente que lo ha caracterizado en los roles mas recordados de su carrera, Matthew McConaughey se pone Dallas Buyers Club sobre sus (consumidos) hombros. Y demuestra que es capaz de soportar el peso.
El actor encarna al electricista y amante del rodeo Ron Woodroof, quien lleva una vida de sexo, drogas y adrenalina hasta que recibe el peor diagnóstico posible en los ochenta: ser VIH positivo. Los médicos le dan solo treinta días de vida, una sentencia de muerte que transformará su vida. Tras asumir su realidad, se niega a quedarse esperando lo inevitable en una cama de hospital y decide vencer los pronósticos. Hace la tarea, investiga, va a grupos de apoyo. Decide que quiere vivir, no sobrevivir. Además de lidiar con el rechazo de amigos y enfrentarse a un destino incierto, debe vencer sus propios demonios al tener una enfermedad que en sus inicios se vinculaba mayoritariamente a la comunidad homosexual. Y detalle no menor: Ron, vaquero de Texas, es homofóbico.
En su búsqueda por mantenerse con vida, Ron descubre tratamientos alternativos que no son aprobados en Estados Unidos pero que, según experimenta en primera persona, son más efectivos. Entonces se las ingenia para cruzar la frontera con la medicación y poder ofrecerla a otros enfermos, teniendo como aliada a una enferma trans (Jared Leto) y como sostén a la médica que le entregó el diagnóstico (Jennifer Garner).
Dallas Buyers Club se presenta en países donde se habla español como El club de los estafadores. Pero estos “estafadores” no son de la misma calaña que los protagonistas de Estafa Americana. A lo sumo quieren estafar a la muerte. En otras regiones se la conoce como El club de los desahuciados, título poco agradable pero más cercano a la realidad. Aunque, en el fondo, es la enfermedad lo que le permite a Ron volver a la vida.
El realizador canadiense Jean-Marc Vallee filmó la película en apenas 28 días. ¿El presupuesto? Apenas costó 5 millones de dólares, mucho menos que el salario de algunas estrellas de Hollywood. Dallas Buyers Club demuestra que una buena historia y un buen reparto pesan mucho más que maquetas 3D y lujosas producciones. Es una película dura, sin eufemismos, que retrata la dificultad para encontrar tratamientos contra el sida en los ochenta, cuando la enfermedad se expandía a un ritmo más rápido que las investigaciones para combatirla y los pacientes debían ser conejitos de indias de laboratorios. La película dispara artillería pesada contra la industria farmacéutica, a la que cuestiona por priorizar protocolos y costos antes que vidas humanas. Y personaliza en su anti-héroe Ron Wood, personaje creado gracias al talento de McConaughey, las angustias de una época.