Sabina empezó la gira que lo traerá otra vez a la Argentina. El cantautor español cautivó en Salamancaeste a seguidores de todas las edades con temas nuevos y de anteriores discos.

Es su último tour en grandes espacios, que lo llevará a más de un centenar de escenarios de España e Iberoamérica, publica el diario El País en su página web.

Con diez minutos de retraso sobre el horario previsto, Joaquín Sabina empezó dedicando el concierto, en especial la canción Cristales de Bohemia, a su amigo Benjamín Prado, con quien gestó el nuevo disco.

Dos horas para una actuación que fue acelerando el pulso de los asistentes hasta llegar a las cotas más altas con algunas de sus canciones más conocidas, como Princesa, y continuar con el tema que da título a este último trabajo, Vinagre y rosas.

La inconfundible voz ronca y rasgada del cantautor consiguió en pocos minutos hilar con sus seguidores en la capital salmantina. Adolescentes entregados a un músico peculiar, jóvenes que han crecido al son de sus composiciones más canallas y maduros que han buscado la complicidad de un coetáneo, todos al unísono entonando sus canciones.

El concierto de Salamanca fue diferente a los demás de la gira, no sólo por ser el primero sino también porque la mayor parte de los asistentes desconocían las canciones de éste último disco, lo que aprovechó el músico de Úbeda para cantar solo, "que es un lujo", aseguró.

Sabina se fundió en un escenario sobrio y sin grandes algaradas donde las protagonistas principales fueron sus canciones y su particular forma de conectar y transmitir al público el trasfondo de sus poéticas composiciones.

Vinagre y rosas, un disco extenso de 14 temas, supone la vuelta a la acción del cantante tras un silencio que duraba ya cuatro años luego de Alivio de luto. En este regreso contó con la colaboración del grupo Pereza, buscando el "lado chulo y roquero de barrio" de los madrileños.