De a poco, las palabras “bulimia” y “anorexia”se fueron haciendo conocidas y se incorporaron al vocabulario, como una forma de prevención. Sin embargo, nuevas conductas a la hora de alimentarse comenzaron a descubrirse y, lamentablemente, se presentan más disimuladas y difíciles a la hora de ser advertidas por los profesionales.

De acuerdo a lo publicado por el diario Clarín, la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (SAOTA)alertó sobre el impulso que vienen tomando ciertas prácticas, como por ejemplo, atacar la heladera de madrugada, no comer en el día para poder tomar alcohol de noche, vivir copiando dietas de revistas, comer siempre lo mismo o vivir obsesionado por comer sano. Otro punto clave es que la mayoría de las víctimas son mujeres.

De acuerdo a Marcelo Bregua, psicólogo especialista en desórdenes alimentarios de Aluba, quienes padecen del síndrome del comedor nocturno, “son personas que por preocupaciones, ansiedad y poca verbalización de sus problemas, suelen despertarse varias veces de noche para atacar la heladera".

"La diferencia con la bulimia es que no tienen conductas compensatorias, es decir, no salen corriendo a vomitar, a tomar un diurético o a hacer ejercicio: calman la ansiedad a través de la comida y vuelven a acostarse", agregó. Por su parte, Susana Gutt, jefa de Nutrición del Hospital Italiano, indicó: "Se calcula que de madrugada ingieren un 50% de su ingesta de calorías diaria, por lo que la mayoría tiene sobrepeso u obesidad. No se levantan a comer lechuga, en general comen alimentos de alta densidad calórica, como dulces, harinas y grasas".

Este problema lo padecen entre el 1 y el 5% de la población y entre los que consultan porque están obesos, del 8 al 9%. Por esta conducta, los comedores nocturnos suelen tener problemas con sus parejas y cuánto más les marcan el problema, más comen.

Otro “descubrimiento” es la llamada permarexia. "Son personas jóvenes que viven a dieta, pero no bajo control médico: recurren a las dietas de las famosas en las revistas", señaló Bregua. "Lo hacen mujeres adultas, profesionales, de alto nivel de educación, no es gente que no sabe lo que hace", acotó Gutt. ¿Cómo identificar a estos pacientes?: viven atentas a las calorías que tienen los alimentos y suben y bajan de peso por el efecto rebote de las dietas.

La drunkorexia es una conducta alimentaria asociada al consumo de alcohol. "Este verano tuvimos un problema terrible con esto: son jóvenes que no comen o comen un yogur en el día para poder consumir todo el alcohol a la noche y no engordar. Saben que el alcohol fija las grasas, pero no renuncian a él: renuncian a las grasas", explicó Bregua.

También están las personas que seleccionan los alimentos, padecen el denominado síndrome del comedor selectivo por el que van dejando de comer algunos alimentos y consumen menos de diez a lo largo de dos años. Por ejemplo, primero dejan las verduras, después las carnes, las frutas y terminan comiendo sólo milanesas, chocolates y gaseosas. Muchos no las dejan sino que nunca las incorporan: hay chicos desde los 3 años con este síndrome.

La ortorexia, por su parte, es una enfermedad que sufren aquellas personas que “buscan la perfección en el comer, desde alimentos orgánicos, productos light o macrobióticos, y hacen una suerte de composición propia de lo que creen que es saludable”. Obviamente no beben café por el corazón, tampoco prueban el pollo porque está lleno de hormonas, no comen tomate porque si es perfecto está manipulado genéticamente. “Pueden terminar desnutridos, por lo que el objetivo inicial termina en lo contrario", dijo al respecto Silvio Schraier, ex presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición y docente de la UBA.