Newell´s lo tuvo todo. Y lo dejó escapar. Se encontró arriba hasta inmerecidamente, luego de un inicio a pura presión de San Lorenzo. Sacó una ventaja de dos goles que, a juzgar por el aplomo con el que se manejó hasta el entretiempo y la desesperación del Cuervo, parecía definitiva. Pero los de Caruso hicieron un click y arrasaron al conjunto de Martino. Primero para deshacer, en apenas diez minutos, aquella diferencia de dos goles. Y luego para merecer lo que obtuvo a tres minutos del final. Así, el Cuervo salió del descenso directo y el rojinegro se quedó sin punta.

Fue 3 a 2 para los de Boedo con dos goles de Emanuel Gigliotti y otro de Carlos Buenos, todos en el segundo tiempo. En la etapa inicial, Pablo Pérez había abierto el marcador a los 15’, con una brillante jugada individual resuelta de zurda y en medio del dominio primario de San Lorenzo, y Fabián Muñoz, en la media hora de juego, había estampado el 2-0 aprovechando un error defensivo de Alvarado, que quiso jugar hacia atrás y lo dejó mano a mano con Migliore. Al cabo, un justo éxito de los azulgranas por todo el desgaste hecho en cada tiempo.

No supo qué hacer con la supremacía que sacó casi sin proponérselo Newell’s. No logró administrar una diferencia amplia, que dejaba con el agua al cuello a los jugadores sanlorencistas. Le fallaron la contención y la defensa por las bandas en ese segundo tiempo fatídico, en el que los locales lograron ponerse rápidamente en partido. Cuando había que tener la pelota y dejar que el tiempo pasara, los de Martino perdieron el dominio del balón, nunca lograron descifrar los movimientos de Romagnoli, que entró en el complemento para cambiarlo todo, y fueron redondamente superados por la escuadra santa.

Las únicas aproximaciones de riesgo a favor de Newell´s en el segundo tiempo sucedieron a los 8, cuando la cosa estaba 2-1 y Urruti fue tapado en el área, y a los 23 miuntos, cuando Muñoz se filtró por derecha y en vez de habilitar a un compañero, decidió rematar al arco. El resto fue todo de San Lorenzo, que tuvo, además de las tres conquistas (las dos primeras calcadas, con centros desde la derecha y testazos de Gigliotti y Bueno), tres mano a mano: dos de Bueno (uno tapado por Peratta, el otro en el travesaño) y otro de Gigliotti, que dilapidó bajo el arco. El tercer se caía de maduro y llegó gracias a la llave maestra que encontró Caruso: desborde de Romagnoli y cabezazo de Gigliotti.

Newell´s acabó dejando una imagen que dista de la de aquel equipo sólido, al que no llegaban con asiduidad, y que solía manejar las ventajas con inteligencia. Esta vez le salió todo mal: justo cuando, de haber ganado, tomaba nuevamente la punta y obligaba a Boca, a sólo tres fechas del final. Si bien aún sigue prendido y la ilusión de ir por el título no se esfumó, el golpe de este tropiezo puede dejar machucones futbolísticos y anímicos que pueden atentar seriamente contra los sueños grandes. Esos que, con un parámetro bastante más modesto y urgente, han crecido en el corazón de los hinchas del Cuervo.