Los trasplantes renales se duplicaron en los últimos años y se mejoró la adherencia de los órganos trasplantados con tratamientos inmunosupresores, que lograron que al primer año de realizada la cirugía el funcionamiento de los riñones sea exitoso.

Rubén Schiavelli, jefe de la Unidad de Nefrología y Trasplante Renal del Hospital Argerich, indicó que "luego de haberse sometido a un trasplante, el paciente tiene que seguir un tratamiento de por vida para evitar el rechazo del riñón trasplantado".

Schiavelli añadió que "además, cualquier enfermedad subyacente que pudo haber determinado la insuficiencia renal, también necesita tratamiento", por lo que destacó la importancia del uso "inmunosupresores para evitar el rechazo del órgano".

Los datos del INCUCAI señalan que en Argentina durante este año ya se efectuaron más de 710 trasplantes renales, lo que representa el 61,5 por ciento del total de trasplantes en el país.

En tanto, con respecto a la evolución de los trasplantes renales en Argentina, el número de intervenciones casi se duplicó entre 1995 y 2011, pasando de 582 a 1085.

Los médicos que participaron del encuentro coincidieron en que con los tratamientos inmunosupresores que se utilizan actualmente luego de un trasplante, se logró una notable disminución en el número de fallos precoces del órgano trasplantado.

En ese sentido, se destacó que actualmente las tasas de sobrevida del paciente y del injerto son del 90 por ciento, a un año de haber recibido un trasplante.

María del Carmen Rial, médica nefróloga, subdirectora de la Carrera de Especialista en Trasplante Renal de la Universidad de Buenos Aires y subdirectora médica del Centro Médico Nephrology, reconoció que "uno de los principales desafíos en el trasplante renal es lograr un funcionamiento renal sostenible a largo plazo".

Rial alertó que "en ciertos pacientes trasplantados puede observarse una disminución progresiva de la función renal, que determina comorbilidades adicionales y puede provocar una pérdida del órgano".

Por eso, rescató "el uso de terapias biológicas como el empleo del biológico belatacept, se ayuda a preservar la función renal luego de un trasplante y que el órgano se mantenga sano más tiempo".

La adherencia estricta del paciente a los tratamientos indicados por el médico luego del trasplante, determinarán en buena medida el éxito o el fracaso de la intervención.

Preservar la función renal luego de un trasplante puede ayudar a evitar que el paciente tenga que volver a someterse a diálisis y también la necesidad de un nuevo trasplante, que según las estadísticas difundidas por los médicos, puede suceder en más del 30 por ciento de los casos a largo plazo.

Los pacientes que llegan a un trasplante de riñón suelen ser por una enfermedad renal crónica, que le causa una insuficiencia que hace que sean sometidos a un proceso de diálisis, hasta la aparición de un órgano para poder realizarles un trasplante.

En ese sentido, Schiavelli sostuvo que "es importante trabajar en la prevención para no llegar a los estadíos más avanzados, en los que el funcionamiento de los riñones se ve tan deteriorado que debe ser dializado o trasplantado".

Insistió en que "abordada a tiempo, la enfermedad renal puede ser tratada satisfactoriamente y en algunos casos curada, pero para eso, es fundamental la consulta médica y la práctica de análisis de orina de rutina", para observar alguna anomalía.

Fuente: Telam