Niños y adolescentes de 9, 10, 12 o 14 años, están siendo diagnosticados de hipertensión arterial y de diabetes tipo II, enfermedades tradicionalmente asociadas a los adultos. La creciente magnitud de estos diagnósticos llama la atención de los especialistas, quienes están convencidos de que “el fenómeno está todavía empezando y lo que está asomando es tan solo la punta del iceberg”. Los resultados de las investigaciones apuntan al desarrollo de hábitos de vida saludables que combatan el sedentarismo.

Las alteraciones de los lípidos, fundamentalmente el colesterol, también están en aumento, configurando un nuevo cuadro que amenaza con convertir a los niños en pacientes crónicos y propiciando un caldo de cultivo para las enfermedades cardiovasculares, que hoy por hoy constituyen la principal causa de muerte en el mundo occidental.

La Obesidad se ha convertido en la epidemia sanitaria del siglo XXI. No solo es un problema de sobrepeso, sino que las complicaciones asociadas merman calidad de vida y pueden llevar a una muerte prematura por enfermedades relacionadas, en especial si la obesidad se manifiesta ya en la infancia.

Empar Lurbe, pediatra y Coordinadora de la Primera Guía europea para la Evaluación y Tratamiento de la Hipertensión Arterial en la Infancia y Adolescencia, constata que la hipertensión arterial es cada vez más prevalente en niños. Según comenta, el problema no subyace en ninguna patología de base que lo explique, pero existe una causa externa y común que propicia la aparición de la diabetes tipo II o las alteraciones en los lípidos: “la obesidad”, que cada vez se asocia a una mayor prevalencia de la hipertensión arterial infantil.

Lurbe apuntala que “un niño enfermo es una complicación, pero los verdaderos efectos de su dolencia se empezarán a manifestar verdaderamente cuando sean adultos jóvenes”. La pediatra advierte que si no se ataja a tiempo la prevalencia de la hipertensión arterial en niños, si no se identifica tempranamente y se le da el tratamiento adecuado, las enfermedades cardiovasculares en adultos jóvenes van a ser muy altas, con el coste que ello supone.

De momento los especialistas no tienen datos reales sobre la prevalencia de la diabetes tipo II y de la tensión arterial en niños y adolescentes, ya que el problema es relativamente nuevo y aún no se ha hecho un estudio. Sin embargo, Felipe Casanueva, catedrático de Endocrinología y Director del Centro de Investigación Biomédica en Red sobre la Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición, está convencido de que el fenómeno aún está empezando.

Lo más contradictorio, según los especialistas, es que la causa de los trastornos actuales en niños y adolescentes y futuros en adultos, puede contrarrestarse con relativa facilidad con un cambio en los hábitos de vida que destierren el sedentarismo infantil y aboguen por una alimentación más saludable.


La obesidad no es solo un problema de mala alimentación, sino de falta de ejercicio, pues el sedentarismo se ha apoderado de los niños.

Existe otro problema añadido y es que las enfermedades de adultos que aparecen en niños no tienen un tratamiento específico. No hay fármacos, porque nunca se han probado en niños, señalan especialistas.

Los ensayos clínicos para los fármacos contra la obesidad y la diabetes se han llevado a cabo en adultos porque nunca se había pensado que sería necesario utilizarlos en niños, lo cual se traduce en falta de herramientas para tratar estos problemas, advierten los expertos.

Fuente: Salud.com / Fundacióndiabetes.org