Fernanda Blasco
Ya no asisten a cócteles en busca de su media naranja o, al menos, una noche de pasión. No apuestan por citas a ciegas ni se desesperan por recibir una llamada tras haber dado su teléfono a algún buen mozo que se cruzó inesperadamente en su camino. Las chicas de Sex and the city están de vuelta, en la gran pantalla, pero han crecido, han madurado. Y este lógico paso del tiempo hace que la secuela que acaba de estrenarse gane y pierda atractivo a la vez.
Carrie, Samantha, Miranda y Charlotte (Sarah Jessica Parker, Kim Cattrall, Cynthia Nixon y Kristin Davis) vuelven en una exótica aventura enmarcada en los Emiratos Árabes. Las amigas deciden tomarse una semana libre en sus complicadas vidas para celebrar su amistad y recordar los buenos viejos tiempos. Pero entre martinis y zapatos caros aflorarán crisis matrimoniales, familiares y laborales.
Está claro que la consigna de “cuatro neoyorkinas solteras que encaran su vida amorosa como hombres”, tal como se lo planteó desde el primer capítulo, ha cambiado bastante. La acción de la película se sitúa a dos años del último film. Ahora Carrie está casada, aunque no se siente demasiado cómoda con esa situación, Miranda tiene problemas con su trabajo y Charlotte apenas si puede mantener la cordura mientras cría a sus dos hijas. Samantha, que conserva intacta la osadía de antaño, atraviesa la menopausia.
Precisamente, este cambio de espíritu es el que ha generado toneladas de críticas al film. “Esto ya no parece Sex and the city”, dijeron algunos, que ubicaron a estas mujeres entre las Amas de casa desesperadas. Y tienen razón. Pero tampoco se puede esperar que las protagonistas sean las mismas. Los problemas que plantean las chicas en el film apelan al público que creció junto a ellas. Así se explica que la taquilla aumente sin importar las malas críticas.
La verosimilitud de la historia depende mucho del buen humor del espectador (¿era realmente necesario que caminaran con tacos en el desierto?), pero ofrece suficientes guiños para contentar a los fanáticos (que acudirán en masa a los cines). En el inicio, por ejemplo, hay flashbacks sobre cómo lucían las amigas en la década del 80, cuando se conocieron (algo que la serie no había dejado en claro). Además, Liza Minelli canta en un casamiento gay (¿en qué otro lugar podría ser?) y hay un cameo de Penélope Cruz (confesa admiradora de la serie). También aparecen personajes del pasado de Carrie.
¿Vale la pena ver la película? Sex and the city 2 es bastante larga (casi dos horas y media) pero entretiene. No apunta tan alto como la serie original, pero está claro que la genialidad de aquellas seis temporadas por HBO difícilmente logren ser superadas por algún producto del grupo en la gran pantalla. Ver el film produce el mismo placer que genera ojear en el tiempo libre alguna revista de moda y chimentos.
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