Un estudio español establece que alrededor del 35% de los trabajadores de 25 a 40 años sufre esta alteración, asociada a las dificultades en el proceso de adaptación al trabajo o a la rutina tradicional tras el término de las vacaciones.

"Cuando salimos a veranear hay un cambio de ambiente y de rutinas. Al volver, todos tenemos que adaptarnos a las condiciones tradicionales, marcadas por más exigencias y horarios; esto puede tomar entre una semana y diez días", explica Álvaro Ayala, psicólogo.

Sin embargo, en algunas personas esa transición -que incluye cambios en los patrones de sueño, de alimentación y en la dinámica general diaria-, se hace más compleja y toma más tiempo. Es entonces cuando los síntomas típicos del estrés asociado al cambio se acentúan.

"En función de esos ajustes aparecen síntomas físicos y emocionales -dice el doctor Alejandro Koppmann, psiquiatra de Clínica Alemana-; así podemos ver irritabilidad, somnolencia, dificultades de concentración y memoria, alteraciones del sueño".

A nivel físico, destacan los síntomas tensionales, como dolor de espalda, estómago y cabeza.


Aunque todos pueden experimentar estos cambios de ánimo, hay factores que vuelven más vulnerables a algunas personas. "Hay características de personalidad, donde hay una mayor resistencia al cambio; las mujeres tienden a expresar más los síntomas, aunque los hombres se enferman más, pero en ellos la queja no está permitida por un tema cultural", dice el doctor Koppmann.

El ambiente familiar, el de trabajo (o estudio) y la manera cómo se vivieron las vacaciones son también determinantes en la aparición de este síndrome.

"Los estados vitales son determinantes; no es lo mismo ser una persona sola que una con hijos, que vive con más estrés. Además, si estoy en un lugar que no me gusta o haciendo una labor que no me satisface, la resistencia al regreso será mayor", ejemplifica Juan Pablo Westphal, psicólogo de Clínica Santa María.

Si fue capaz de desconectarse y descansar durante las vacaciones, la persona tendrá una mejor disposición al volver. Lo recomendable es salir al menos 15 días para descansar de manera eficaz, afirman los especialistas. "Si el tiempo no fue suficiente o no se desligó por completo de las obligaciones laborales, es difícil conseguir un descanso reparador", dice Ayala.

Una manera de prevenir o minimizar los efectos del síndrome post vacaciones (ver recuadro) es mantener actividades placenteras y recreativas en la semana. "No dejar de hacer las cosas que gustan", dice el psicólogo.

Asimismo, la planificación es fundamental. "La gracia de la rutina es que puedo anticiparme. Todos sabemos que en marzo se paga la patente, comienzan las clases, se acaba el verano... Organizarse para enfrentar esas cosas evita estresarnos en exceso".


Debe existir un tiempo para recuperarse del agotamiento físico y afectivo, por lo tanto se sugiere evitar terminar las vacaciones y al día siguiente ir a trabajar. Los especialistas sugieren:

- Volver gradualmente a los horarios habituales de sueño, para dormir al menos 7 u 8 horas diarias.

-No dejar tareas pendientes o trabajo atrasado.

- Fomentar buenas relaciones de trabajo con jefes y compañeros, para lograr un mejor ambiente laboral.


- Mantener una actitud positiva, para afrontar todo lo que se presenta en adelante.

- En lo posible, incrementar en forma progresiva la actividad laboral.

- Realizar actividades placenteras durante todo el año y no sólo en verano (deportes o hobbies que ayuden a la distracción).

Fuente: El Mercurio