A causa de la inestabilidad climática, este fin de año los solos y solas no festejarán juntos en el Monumento a la Bandera, como lo hicieron en 2007 y 2008, pero prometen seguir reuniéndose a partir del año próximo. Pese a que la celebración no se hace aseguran que el espíritu de la celebración comunitaria sigue intacto.

El clima les jugó en contra en la última Nochebuena y para evitar que les pase lo mismo el 31 de diciembre, Mónica Basualdo, el alma mater de la convocatoria –que se realizó los años anteriores– decidió no armar la mesa compartida a la que se plegaron decenas de rosarinos que se quedaban solos en Navidad y Año Nuevo.

“El espíritu sigue siendo el mismo, eso no ha cambiado pero como la cena comunitaria la hacemos siempre al aire libre frente al Monumento, y siguen los pronósticos de lluvia para esta semana también, decidimos por esta vez, dejarlo pasar”, dijo Mónica en diálogo con Rosario3.com.

La primera invitación en 2007 surgió de manera informal, cuando Mónica llamó a Radio 2 y empezó a invitar a todos los que pasaban las fiestas solos, para que se unieran y festejaran juntos. La consigna era simple: aportar algo para comer y beber y se les pidió a los que pudieran hacerlo, que llevaran una mesa y algunos banquitos o sillas para sentarse. “Era muy divertido ver una mesa redonda baja, al lado de una rectangular más alta formando una hilera y los que no podían transportar una mesa traían un gran mantel que ponían en el suelo y se sentaban alrededor”, recuerda.

De esa especial mesa navideña participa gente de lo más variada: “Chicas y chicos jóvenes que estudian o trabajan en Rosario y no pueden volver a sus hogares para las fiestas, señoras y hombres mayores que están solos, mujeres solas con chicos, y hasta matrimonios con chicos que no querían pasar las fiestas con sus familias por alguna desavenencia”.

El último año llegaron a juntarse más de 60 personas que viven en Rosario pero tienen sus familias en Chaco o en Misiones y no podían viajar por razones económicas y hasta la tripulación de un barco brasileño que estaba en la costa, se sumó al festejo. “Lo lindo de esta experiencia es que todos van al encuentro de todos, de manera solidaria, sin importar quién convoca”, dice Mónica y destaca que si bien el segundo año el grupo se renovó, algunos siguen estando desde el primer encuentro.

Según contó Mónica, la idea surgió porque todos los 24 y 31 después de la medianoche, ella y su marido se iban a festejar al Parque Nacional a la Bandera, frente al Monumento. "Casi todos los años hacíamos lo mismo, y cuando llegábamos veíamos que muchas personas o pequeñas familias habían cenado ahí con sus mesitas, pero todos dispersos". Y bueno, el sueño se concretó y por dos años los juntaron a todos.