Enrique Bambozzi, cordobés, de 45 años, es doctor en Ciencias de la Educación. Ha dictado numerosas conferencias en distintos países de la región latinoamericana y en Estados Unidos, y ha participado con ponencias en congresos internacionales de educación.

Puede decirse, aun a riesgo de relegar otras variables, que uno de los mayores problemas a que se enfrentan educadores y pedagogos es, hoy día, una suerte de defasaje entre los contenidos, las leyes, los programas y la formación de los mismos docentes, por un lado, y los sujetos sobre quienes se debe trabajar con aquéllos.

El problema a afrontar es la complejidad y la dificultad que supone para el docente que sujetos de otra generación, con otra relación con los medios, la tecnología, la cultura letrada, los conceptos sociales y de familia, acepten y asuman los discursos de personas no sólo alejadas por cuestiones generacionales, sino, sobre todo, por prácticas.

“Lo que nosotros estamos investigando parte de la pregunta acerca de cuáles son las causas de que muchos alumnos fracasen en el ingreso a la educación superior. Partimos de una premisa común: de que la realidad es compleja y que no hay una causa única. Pero, a la hora de focalizar nuestra unidad de análisis, lo que vemos es lo siguiente: que la política educativa focaliza el éxito de sí misma a través de los contenidos. Tenemos todavía una política educativa concentrada en la cuestión de los contenidos, que sería como una traducción posmoderna del enciclopedismo”, señala Bambozzi.

El experto sostiene que en algunos estudios se sostiene que hay que poner los problemas educativos en relación con el ausentismo, la falta de autoridad, la indisciplina, los edificios escolares, etcétera. “No aparece como un problema de primer lugar el de los contenidos. Lo que planteamos nosotros, como grupo de investigación, es que las culturas institucionales deberían generar otro tipo de competencias, más allá de la cuestión de los contenidos”, define.

Y agrega: “nuestra tesis es justamente que el ingreso a la universidad lo definen competencias que no pasan exclusivamente por los contenidos disciplinares, pero que gravitan en el ingreso: se trata de las competencias genéricas y las competencias específicas, pero los contenidos no son el tema central”.

A partir de la Ley Nacional de Educación, tenemos la obligatoriedad del nivel medio. Sin embargo, Bambozzi sugiere que “se vuelve a repetir una problemática de los ‘70 y los ‘80, que es cobertura; y luego hay que acompañarla con calidad. Creo que deberíamos pensar la cuestión de la siguiente manera: hay más chicos en el sistema educativo obligatorio, aunque hay déficits. El tema pasa por la calidad, una calidad con pertinencia: para superar esta visión enciclopedista, que se vincula, por ejemplo, con que los chicos tienen 16 materias”.

La calidad tiene que ver con generar dispositivos que se vinculen con -y recuperen- las culturas juveniles: "hoy, algo ausente en las prácticas es pensar los contenidos para los alumnos que no se comunican telefónicamente, sino vía blog, es decir, lo que para mí fue objeto de estudio, para ellos es parte de su mundo de la vida cotidiana, de su entorno de vida. El problema, muchas veces, es que faltan recursos: para aprender Geografía los chicos van a Google Earth, y al otro día el profesor despliega el mapa en el aula con el que me enseñaron a mí, hay una no-correspondencia".

“El de la capacitación docente es un tema recurrente: por ejemplo, desde el Estado se han distribuido CD-Roms. Éstos llegan a las casas de los docentes, pero éstos vienen de trabajar doble turno, tienen que administrar sus casas, los hijos. Hay que recuperar las capacitaciones en servicio, en horario de trabajo, los docentes tenemos el derecho, no es que no quieran capacitarse, es que no están dadas las condiciones necesarias”, reconoce.

Bambozzi entiende que hay una “transferencia de saberes”, que los chicos no tienen tanto acceso a la cultura letrada, pero que sí hay desarrollados nuevos saberes a partir de estos usos. “Hoy existe lo que se llama la alfabetización digital, que tiene que ver con la posibilidad de darles a los alumnos espacios virtuales para buscar información especializada porque, así como hay literatura impresa basura, también hay literatura virtual basura, para no caer en los extremos. Cuando se discute el tema de la virtualización también se discute el tema de la internacionalización del saber superior”, advierte.

Sostiene Bambozzi: “En toda América Latina, las agencias ministeriales tienen sus propios técnicos, que realizan sus propias investigaciones, que traducen en políticas educativas; ahora, eso también tendría que ser articulado con las agencias académicas, que no tienen la urgencia curricular; la cuestión es la relación entre la investigación educativa y la política educativa: hay tesis doctorales en relación con esta problemática, pero muchas veces las decisiones de política educativa no están hechas sobre la base de investigaciones académicas”.

Fuente: El Litoral