Fue en un colectivo. Una conversación que pareció como tantas otras pero que se trató de la puerta de salida a una situación de explotación sexual. Mauro conoció así a una chica de sólo 14 años, quien le confió que hacía dos años se prostituía para mantener económicamente a su madre y a su padrastro. Sin dudarlo, intentó ayudar a esta niña y se contactó con el Centro de Asistencia a la Víctima de Delitos Sexuales y Violencia Familiar. La adolescente recibió la debida asistencia mientras que sus familiares fueron detenidos.

En contacto con el programa Diez Puntos (Radio 2), Mauro contó con satisfacción un final que aunque no es feliz, sí es esperanzador. “La chica me contó que se prostituía y que sus padres tenían conocimiento que, incluso, el padrastro la llevaba a trabajar y la madre la esperaba para que le diera lo recaudado”, señaló. Sin quedarse en la indiferencia, averiguó entre sus conocidos cómo proteger a esta chica y lo consiguió.

Mariel Arévalo, a cargo del Centro de Asistencia a la Víctima de Delitos Sexuales y Violencia Familiar (funciona en Italia 2153), confirmó que el organismo “una vez más fue el instrumento para dar fin a estos años en los que una niña fue el sustento económico de la casa, una joven que en vez de criarse entre muñecas lo hizo con la presión de tener que llevar dinero a su hogar como fuera”.

Arévalo sostuvo que la adolescente “creía que su cuerpo era un instrumento” y señaló que, aunque pudo advertir la necesidad de la chica de cambiar su vida, la menor “se mostró con culpa y decía que en su casa faltaba la plata”. Ante esta situación, los especialistas trabajaron y buscaron que entendiera que son los padres quienes debían responabilizarse de ella y no ella de los padres.

Tanto su mamá como la pareja quedaron a disposición de la jueza de Instrucción Alejandra Rodenas, quien también ordenó que la niña fuera asistida por el estado provincial, con el fin de que se distancie totalmente de la explotación a la que era sometida desde los 12 años.