No, no hubo paz en la previa del clásico Central-Newell’s, que finalmente no se jugó. Hubo incidentes, con disparos incluidos, en el parque Independencia en los que participaron fundamentalmente hinchas de Newell’s y policías, uno de los cuales fue herido de bala en el cuello y debió ser trasladado al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca), donde lo operaron y estaba fuera de peligro.

También había al menos dos hinchas leprosos heridos con balas de goma. Sin embargo, los rojinegros decían que la fuerza disparó también balas 9 milímetros y de hecho le entregaron al ministro de Seguridad, Raúl Lamberto, que llegó poco después al lugar, uno de esos proyectiles. Sobre la noche, la jueza a cargo de la investigación, Alejandra Rodenas, recibió un informe preliminar que indicaba que era ojiva no era de la fuerza, que sólo habría utilizado proyectiles antitumulto. Ese dato se complementaba con otro: una requisa policial posterior encontró un arma 9 milímetros en un baño de la pensión donde se alojan los juveniles de Newell´s (ver nota relacionada). Nueve personas fueron detenidas por los incideentes. 

Todo comenzó a la hora en que hinchas de Central pasaban rumbo al Gigante de Arroyito. Fuentes policiales y judiciales dijeron que los auriazules iban por Pellegrini y en la esquina de Pueyrredón hinchas de Newell´s fueron a tirar piedras a los que iban a la cancha. Las primeras versiones, surgidas desde el club, eran diferentes:  hablaban de una agresión de hinchas auriazules a gente que comía en los parrileros.

Según la versión oficial, difundida entre otros por el jefe de Policía Walter Miranda, en Pellegrini y Pueyrredón se produjo la intervención de la policía y los hinchas fueron para el lado del Palomar. Ya en el parque empezaron los disparos y siguieron cuando los hinchas se metieron al club.

Desde allí, siempre de acuerdo a este relato, dispararon a los policías. Uno de los tiros hirió en el cuello al agente de la comisaría quinta Pablo Orellana, que fue operado y estaba fuera de peligro.

Tras la caída de Orellano, los uniformados entraron al club. Según algunos socios los agentes lo hicieron a tiro limpio hasta la zona de la pensión, que queda en el extremo opuesto.

En la zona de la pileta, donde había muchas familias, se vivieron momentos de pánico.

"Estábamos en la pileta con los chicos y nos tuvimos que tirar al piso porque tiraban sin miramientos. Qué tenía que hacer la policía acá, donde sólo había familias, cuando el partido se jugaba en otro lugar", se quejó una mujer.

Otra contó que se escondió con sus chicos en una caldera y la policía la hizo salir con las manos en alto como si fuera un delincuente.

El propio Lamberto tuvo que escuchar durísimos reproches de hombre y mujeres que estaban en el club y eran ajenos a los incidentes por la forma en que actuó la fuerza de seguridad. "Pudo ser una masacre, Lamberto. ¿Por qué no entran así en las villas donde se vende droga?", preguntó un hombre.

En la zona de parrilleros, en tanto, muchos hinchas expresaban su bronca porque la dirigencia aceptó que se jugara este clásico sin hinchas visitantes y hasta algún miembro de comisión directiva recibió algo más que un insulto subido de tono. También apretaron a reporteros gráficos presentes en el lugar.

Mientras, muchos se preguntaban si no hubiera sido conveniente suspender toda actividad social en el club.