Una investigación realizada por Mercedes Rizo, de la Universidad de Alicante, España que fue expuesta en las Segundas Jornadas de Ciencia y Tecnología de la UNR, afirma que el sobrepeso y la obesidad en niños aumentan casi de manera epidémica en todas partes del mundo sin distinguir la clase social. La investigación indagó acerca de las costumbres alimentarias de los jóvenes teniendo en cuenta el hábitat, las jornadas escolares y la influencia de la televisión.
Mercedes Rizo asegura que los hábitos alimenticios se adquieren durante la infancia: “La forma de alimentación de un grupo humano constituye uno de sus marcadores culturales. Al alimentarse no sólo se satisfacen necesidades biológicas, sino que se expresa una forma de relación social”.
En su investigación "Status socioeconómico y costumbres alimentarias de los jóvenes", analiza la influencia del entorno social en la adquisición de hábitos. Asimismo, afirma que el sobrepeso adquirido durante la infancia persiste en un 80% de los casos en el adulto, lo que agrava el pronóstico de enfermedades como diabetes o aterosclerosis.
El entorno social es importante, la investigadora señala que “los arquitectos busquen la funcionalidad para los habitantes de las casas. Si existe un espacio lúdico para que los niños puedan quemar energías, van a cuidar a esos niños. En la distribución de la casa, la cocina siempre tiene menos luz y sol y debería ser al contrario para que en ese lugar todos puedan participar en la elaboración de la comida”.
Por su parte la televisión en el momento de la comida “hace el efecto bulímico, están comiendo embebidos en la TV y no se dan cuenta lo que están comiendo. La comida es un elemento de encuentro, lo mismo que la mamá utiliza la alimentación para comunicarse con el bebé. Debe ser un momento donde se viertan cosas que han pasado pero esa comunicación está faltando cada vez más en la sociedad y la TV es el invitado de piedra que está rompiendo la comunicación”, afirma la doctora Rizo.
De acuerdo a esta investigación, los horarios laborales de los adultos dificultan la creación de buenos hábitos alimenticios en los menores: “En mi estudio, los niños entran a las 8 de la mañana para desayunar en el colegio ya que los padres se van a trabajar y luego quedan en actividad extraescolar de 17 a 19 horas. Es decir que algunos niños de 6 años están en el colegio de 8 a 19 horas, son muchas horas. Está mucho tiempo fuera de su casa que debería ser la cuna de los hábitos y de la socialización”.
Indagada acerca de si este es un problema general a nivel mundial ó propio de algunos países, la investigadora explicó que “China y Japón no tienen altos niveles de obesidad y en los países del sureste asiático el flagelo es la desnutrición y el crecimiento bajo de los niños. Pero en la sociedad occidental existen altos y preocupantes porcentajes de obesidad.
Con respecto a los niveles sociales que tienen que ver con los trastornos alimentarios Rizo agregó: “Los trastornos del comportamiento alimentario relacionados con la psicología se dan más en clase alta. La niña anoréxica es muy inteligente, quiere tener un estereotipo diferente, quiere ser la número uno, lo que le ha ido marcando la sociedad. En este grupo social la obesidad también aparece pero por falta de ejercicio, van en auto a la escuela por cinco cuadras, no queman energías que toda la vida se han quemado”. “En cuanto a la pobreza –continuó la investigadora- trae tanto obesidad como desnutrición, eso está demostrado. En las clases bajas la obesidad se da por problemas de hábitat, de costumbres, de niños poco controlados porque las mamas trabajan mucho. Esos chicos comen como una forma de matar el tiempo y descargar energías, mientras miran TV”.
Para superar esta problemática la doctora Mercedes Rizo pone como ejemplo un dicho del doctor Francisco Grande Covián que decía: “Mucho garbanzo y mucho zapato”, es decir desgastar el zapato y comer del plato, con cuchara, es fundamental. Se puede hacer muchísimo, invitaría a que las sociedades fueran pensando en los niños porque tendemos a hacerlo en los mayores cuando el problema ya está. Si se acostumbra a un niño en su cultura alimentaria a comer sano, el niño va a seguir comiendo sano. No es lógico que en los primeros años de vida coman mucha verdura y luego incorporen tanto hidrato de carbono. Hay que meterse en los colegios y trabajar junto a educadores y sanitaristas con investigación de estos temas”, concluyó la investigadora.
Fuente: UNR


