El primer ministro turco, Recep Tayyip, parece haber iniciado una cruzada a favor de una televisión más decente, pero gran parte de los artistas del país consideran que va demasiado lejos en sus intentos de proteger a la sociedad contra influencias "nocivas".

"Me recuerda la Alemania de 1935. Y si no nos damos cuenta de esto, no sólo nosotros sino todo el mundo acabará pagándolo", aseguró a la agencia Efe Ilyas Bassoy, dueño de una compañía de publicidad.

Bassoy hace referencia a dos recientes decisiones polémicas: una multa del Consejo Audiovisual turco a la serie de dibujos animados norteamericana "Los Simpson" y un discurso de Erdogan en el que pidió a la Judicatura prohibir la emisión de "Magnífico Siglo", una telenovela muy popular sobre los sultanes otomanos.

El primer efecto ya se ha hecho notar: el pasado viernes se ha sabido que Turkish Airlines, la compañía aérea de bandera, ha excluido a "Magnífico Siglo" de su oferta de televisión a bordo, y puede que pronto desaparezca también de las pantallas en tierra.

Un diputado del Partido Justicia y Desarrollo (AKP), la formación gubernamental, moderadamente islamista, ha explicado que ya tiene listo un borrador de ley que castigará "humillar figuras históricas o representarlas de una manera que no se ajuste a la realidad".

Nadie duda de que las historias de amor de la telenovela, especialmente las del protagonista Solimán el Magnífico, son fruto de la imaginación de los guionistas, una creación muy rentable que le ha proporcionado a Turquía ya 39.000 millones de dólares procedentes de 72 países de los Balcanes, Asia Central y Medio Oriente, todos enganchados a la serie.

El novelista Nedim Gürsel ha apuntado que, de todas formas, la recreación actual difícilmente será más escandalosa que la realidad, dado que existen testimonios sobre sultanes homosexuales, algo que los guionistas de hoy ni plantean.

La ley propuesta equipararía a los sultanes - y a cualquier otro personaje histórico - con el fundador de la República, Mustafa Kemal Atatürk, el único cuyo recuerdo está protegido por ley.

El novelista Burhan Sönmez ha puesto en tela de juicio incluso esta norma, al recordar que la admiración de los británicos por Winston Churchill o por la Reina no les impide representar sus personajes.

"Si se empiezan a imponer leyes y restricciones a la creación artística, no sólo se mata al arte; también se mata a la democracia", asegura Sönmez.

No es la primera vez que Erdogan se erige en árbitro de las artes, pues ya el año pasado calificó de "monstruoso" un gigantesco monumento a la amistad entre turcos y armenios en Kars y pidió demolerlo, cosa que la municipalidad hizo con prontitud.

El actor popular Zeki Alasya dijo a la televisión que creía que la cruzada de Erdogan por imponer su gusto llega a niveles ni siquiera alcanzados durante la dictadura militar de la década de 1980, época en la que era capaz de interpretar papeles más atrevidos que ahora.

"Un primer ministro puede decir que no le gusta una telenovela, pero no exigir a los tribunales que la prohíban", dijo.

Esta semana, la polémica saltó además por la multa de unos 20.000 euros que el Consejo Audiovisual (RTÜK) impuso a la cadena CNBC-e tras emitir un episodio de 'Los Simpson', según la prensa por falta de respeto a la figura de Dios.

El presidente de RTÜK, Davut Dursun, aseguró el jueves en una intervención que la multa se refería a una escena de violencia, en la que un personaje asesina a otro, cortándolo en pedazos, algo inapropiado en horario infantil.

Pero un portavoz de RTÜK confirmó a Efe en conversación telefónica que fueron efectivamente las referencias irrespetuosas a Dios las que motivaron la multa.

"Uno de los personajes se burla de la fe de otro para empujarle a cometer un asesinato, quema públicamente la Biblia y tanto Dios como el diablo aparecen en cuerpos humanos", explica el informe de RTÜK la sanción.

Leyla Yilmaz, una cineasta turca, cree, no obstante, que la campaña del Gobierno tendrá efectos positivos, ya que convertirá el arte nuevamente en un campo de lucha por las libertades.

"Los artistas con un compromiso social se sentirán más motivados y reivindicados tras estas intervenciones. El Gobierno puede querer mostrar que ostenta el poder absoluto, pero los artistas siempre encontrarán una vía más creativa para expresarse, bajo todas las circunstancias", asegura la cineasta.

Fuente: EFE