Después de recibir siete goles en un clásico nadie es feliz, menos si el rival es Boca, menos si todo un estadio se llenó de simpatizantes azulgranas que fueron a disfrutar de una nueva victoria ante sus “hijos”.

Pero el fútbol trae sorpresas y si no, que lo digan los dirigidos por Oscar Ruggeri, que en su cancha, en el “inexpugnable” Nuevo Gasómetro, recibieron siete goles. Sí, siete goles para una tarde histórica.

Y el golpe se sintió luego del partido. Primero cuando los jugadores ingresaron al vestuario se encontraron con la imagen de su entrenador totalmente derrumbado, sin pronunciar palabra, rodeado sólo de sus colaboradores más cercanos.

Los jugadores miraban el piso, pero cuando sucede una derrota de esta magnitud siempre puede haber algún cruce de palabras, alguna discusión. Y eso ocurrió. Cosas que pasan en "caliente", que a veces quedan en el vestuario y otras veces trascienden, como en este caso.

En un momento, Sebastián Saja y Sebastián Méndez tuvieron un cruce. El arquero le recriminó la infantil expulsión del zaguero y el ex jugador de Vélez le contestó que le decía si no había atajado una.

En ese momento, según le contó a Télam un allegado al plantel de San Lorenzo, llegó una derecha de Saja directa al mentón de Méndez. Los compañeros los separaron y con los correr de los minutos todo pareció calmarse, aunque hubo voces que señalaron que el zaguero amenazó hasta con no jugar más para el equipo de Boedo.

En la historia del fútbol argentino hubo muchas peleas en los vestuarios, algunas se conocieron pero la mayoría no. Llama la atención que esto le pase a Ruggeri, quien se jacta de ser un líder de grupos y que ahora deberá pensar lo que dice porque se molestó por la decisión de nombrar a Alfio Basile, el técnico que dirige al equipo que ayer le hizo siete goles, como técnico de la selección. Quería ser él el sucesor de Pekerman.

Fue una tarde especial para los dirigidos por Oscar Ruggeri, porque pese a la derrota parcial por tres goles en la primera etapa, la arenga en el entretiempo generó optimismo.

“Muchachos, si el Inter pudo revertir un 0-3, por qué nosotros no. Vamos que podemos”, les dijo Sergio Batista, ayudante de campo de Ruggeri, a los jugadores de San Lorenzo antes de comenzar la segunda etapa.

Tenían el sueño de poder convertir cuatro goles, como hizo en Italia el Inter ante la Roma en la final de la Supercopa. Claro que en este caso hubo cuatro goles más, pero todos de Boca, que de esa manera consiguió una goleada histórica que nadie olvidará.

Fuente: Télam