No es raro encontrarse con personas que no desayunan por las mañanas o que a lo sumo toman un vaso de leche ó un café. Se calcula que el cuerpo gasta unas 600 calorías durante la noche, mientras dormimos. Esto se debe a que se gastan calorías aún en reposo. Al despertarnos después de unas ocho horas de no haber comido nada, estamos con un déficit de calorías. Si no reponemos estas calorías, el cuerpo comienza a funcionar con las reservas de azúcar que tiene guardadas.
El desayuno es una base importante en la alimentación diaria, ya que es la primera comida del día y debe de aportarnos energía suficiente para afrontar un día de trabajo o estudio.
Los expertos aconsejan que el desayuno aporte el 25% de la energía diaria para poder rendir a principio del día. Un desayuno sano y equilibrado debería componerse de leche, pan o cereales y algo de fruta ó jugo de estas.
Recientes estudios han puesto de manifiesto que un mal desayuno tiene una relación directa con el nivel de atención de los más pequeños en las horas de clase. Una ingesta no equilibrada produce cambios metabólicos en los niños que originan fatiga, déficit de atención y otros aspectos de la función cognitiva.
Fuente: Vivir Mejor


