Los resultados de un estudio publicado en el último número de ´Science Translational Medicine´, realizado por investigadores de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sostienen que si bien no para de crecer el número de individuos a los que es muy difícil tratar porque están infectados por variantes (cepas) de la bacteria responsable, resistentes a múltiples antibióticos, la expansión de la enfermedad se puede contener.

El análisis de los datos de diversos países europeos, Hong Kong y Estados Unidos mostró que, excepto en Rusia, los patógenos multirresistentes se propagan a un ritmo que no garantiza su perpetuación. La tuberculosis se transmite por vía aérea y los afectados la propagan cuando tosen, estornudan, hablan o escupen. Pero no todos los individuos tienen el mismo potencial para propagarla; dependerá del tipo de bacteria que contengan en su organismo.

Con el fin de estimar el número de infecciones secundarias causadas por cada persona contagiada, se suele emplear una tasa denominada R, que determina la velocidad de avance de la enfermedad. Si R se mantiene por debajo de 1, la afección acabará remitiendo, siempre y cuando se diagnostique y se aplique el tratamiento más adecuado con celeridad. En cambio, si la cifra de R es superior a 1, frenar los contagios se convertirá en una tarea mucho más ardua.

Los representantes de la OMS observaron que la R es inferior a 1 en la mayoría de los casos estudiados. Sin embargo, las cepas multirresistentes cuentan con un paraíso en el que, de momento, pueden seguir reproduciéndose a placer: Rusia.

Si las autoridades sanitarias redoblan sus esfuerzos, se podría alcanzar, de aquí a 10 años, la aceptable cifra de menos de dos casos de tuberculosis multirresistente por 100.000 personas. El resto de naciones parte de una posición más favorable, pero ninguna tiene el éxito asegurado.

Fuente: Organización Mundial de la Salud