El estudio Interheart, que fue hecho en 62 países de los cinco continentes y evaluó a más de 30.000 personas, comparó los principales factores de riesgo, por un lado, y los de protección cardiovascular, por el otro. Le puso un número para calificar cuánto influye cada uno en las posibilidades de sufrir un infarto de miocardio.

El número más alto (3,25) le correspondió a la dislipidemia. El presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), Ricardo Iglesias, explicó que “el 49% de la población cotejada por el estudio tiene trastornos en el metabolismo de las grasas, y el más importante es, por lejos, el exceso de colesterol LDL (llamado malo) y una proporción de este de cinco veces mayor que la de colesterol bueno o protector: el HDL”. Esto significa una probabilidad más de tres veces mayor (de ahí la cifra 3,25) de infartarse al cabo de un año respecto de las personas que no sufren este factor de riesgo.

En el ranking le sigue el tabaquismo (con un coeficiente de 2,87). "Este es un problema que nos tiene preocupados a los médicos, porque la Argentina tiene índices muy altos. Buenos Aires, por ejemplo, es la ciudad con más fumadores de Latinoamérica, con un porcentaje cercano al 35% de la población", dijo Iglesias.

Y agregó que, según datos del Ministerio de Salud, el 21% de las chicas de entre 13 y 15 años fuma. Al año de haber dejado de fumar el riesgo es 2,87 veces mayor de sufrir un infarto que el de los no fumadores. A los dos años desaparece, pero no para el cáncer de pulmón -para el cual el cigarrillo sigue representado un factor de riesgo hasta después de 10 años de haber dejado de fumar- ni para la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

El estrés (2,70) se ubica en tercer lugar. Esta cifra de riesgo representa la cantidad de infartos en personas con trastornos psiquiátricos (depresión, bipolaridad, etcétera) por cada infarto en personas que se supone que no necesitan acudir a un psiquiatra. Este factor, reconoció Iglesias, fue bastante difícil de cuantificar. No obstante se determinó también que las personas sometidas a un estrés sostenido debido a problemas en el trabajo o en la vida familiar tienen una probabilidad de infarto aumentada 1,65 veces. "Hablamos del estrés sostenido o crónico -no el circunstancial- y en personas que presentan otros factores de riesgo", aclaró.

Los traumas psicosociales y hasta deportivos también influyen decisivamente en la probabilidad de que la gente se infarte. Esto fue comprobado en Alemania en el año 2006. El día en que la selección de fútbol de ese país quedó afuera del Mundial -al perder contra Italia en la semifinal- aumentó siete veces la cantidad de infartos.

En tanto, la diabetes con 2,37, es otro de los factores relevados. Un 8% de los argentinos padece este trastorno de la glucosa. "Hoy en día se trata a las personas que sufren diabetes y no se toma ese tratamiento como una prevención primaria: aunque no tenga síntomas, se interpreta que ya tiene algún grado de enfermedad vascular", remarcó el especialista respecto de esta enfermedad muy relacionada con la obesidad.

Hipertensión: 1,91. "En la Argentina la HTA afecta a una de cada tres personas, y este valor es más alto que en la mayoría de los países del mundo", puntualizó Iglesias. El gran responsable sería el alto consumo de sal. Si la presión sanguínea supera los valores de 180/90 milímetros de mercurio, se considera que la persona es hipertensa.

Finalmente la obesidad presenta un coeficiente de 1,62. Este factor no se ha medido por el peso, sino por el perímetro de la cintura en relación con el de cadera. La obesidad androide, centrada en la cintura y llamada así porque es más típica del varón, representa un nivel de riesgo cardiovascular mucho mayor que la ginoide, donde la adiposidad se localiza mayormente en las caderas, como es más típico en la mujer. Pero esto no debe confundir: una mujer tiene tanto riesgo de sufrir un infarto como un varón, especialmente después de la menopausia. Ese 1,62% de riesgo aparece, según el Interheart, cuando el perímetro de la cintura del varón supera los 102 centímetros, y el de la mujer los 85 centímetros. Tomando en cuenta estos factores, un 20% de la población contaría con este factor de riesgo.

Fuente: La Gaceta de Tucumán