Al cabo, pasó con Central lo que se suponía podía pasar: que ante la más mínima merma en la cosecha de puntos, la preocupación ganara terreno y apartara a un costado las aspiraciones de luchar por el título. Es que la situación en la tabla de promedios sigue siendo difícil a pesar de lo que hasta aquí es una buena cosecha. Y con este bajón en las últimas fechas, salió a flote lo duro que será conservar la categoría.

El sábado, ante Colón, el primer equipo centralista perdió el invicto y la punta y se instaló en posición de descenso directo. Además, ganó Chacarita, uno de los recién ascendidos (el otro, Atlético Tucumán, empató). En consecuencia, el balance de la sexta fecha del Apertura en Arroyito arrojó un saldo negativo, aunque a las luces de lo sucedido la sensación es que podría haber sido peor.

Es que pese a la derrota y los éxitos del Funebrero y la igualdad del Decano, los dos principales competidores no pudieron aprovechar el traspié auriazul y casi no le sacaron diferencia: Racing perdió el clásico de Avellaneda y Gimnasia no pasó del empate con el pobre River. Ahora, ambos quedaron a dos puntos de distancia, nada comparado con la diferencia que llevaban antes de la fecha 1. También perdió Godoy Cruz, otro que estará en la pelea.

Si bien el ejercicio de comparar continuamente los resultados ajenos resulta desgastante, y hasta puede parecer desmedido a sabiendas de que falta más de un torneo y medio para el cierre de le temporada, es saludable para Central mantenerse a tiro de todos sus oponentes, que lo aventajaban por una decena o más de unidades seis jornadas atrás. Se sabe que apuntando alto y sumando, como hizo el elenco de Cuffaro en su gran arranque, la misión de quedarse no es una utopía.