La tragedia volvió a pisar las calles de Pamplona. En el marco del tradicional encierro de toros, un joven español de 27 años murió tras recibir una cornada mortal. Además, quedó gravemente herido un ciudadano estadounidense de 60 años. Hacía 6 años que no se registraban fallecimientos en el evento, y desde 1995 no había muertos por asta de toros.

La víctima fue identificada como Daniel Jimeno Romero, que sufrió una herida por asta de toro que le afectó un pulmón. Los cirujanos que lo atendieron coincidieron en que sus heridas eran "mortales", por lo que no pudieron hacer nada para salvarle la vida.

Jimeno Romero, que falleció en el Hospital de Navarra tras ser intervenido quirúrgicamente, fue identificado horas después por unos familiares, entre ellos su madre, que se encontraban también en Pamplona, ya que en el momento del hecho no llevaba documentación.

Otras tres personas resultaron heridas por asta de toro, el de mayor gravedad un estadounidense de 60 años. Además, ocho corredores más fueron trasladados a hospitales de la ciudad por diversos traumatismos.

Con este joven, que era vecino de la localidad madrileña de Alcalá de Henares, son ya quince las personas que han muerto en los encierros de los Sanfermines desde 1922. Es la primera víctima mortal desde que en 2003 falleciera el veterano corredor Fermín Etxeberría tras permanecer dos meses y medio en coma a consecuencia de las heridas sufridas durante un encierro, y la primera por asta de toro desde 1995, cuando el joven estadounidense Mattew Peter Tassio recibió una herida mortal de un asta.

Una tradición española que atrae al mundo

Cientos de personas, muchas de ellas llegadas de otros países, toman parte cada año en los encierros, el acto más esperado y peligroso de San Fermín, una fiesta que arranca con el tradicional "chupinazo" -cohete anunciador de los festejos- y tiñen durante nueve días a Pamplona de blanco y rojo.

Cuando dan las ocho de la mañana, los participantes corren delante de los toros a lo largo de un tramo de 800 metros que separa los corrales donde las reses pasan la noche hasta la plaza donde serán lidiadas por la tarde.

El recorrido, que transcurre por el casco histórico de Pamplona, se prolonga durante unos interminables minutos por sinuosas calles que se convierten en un lugar de alto riesgo, dada la peligrosidad de las reses bravas, de más de 500 kilos, la falta de sueño y los efectos del alcohol ingerido por algunos de los corredores.

Tras nueve días y nueve noches de diversión sin descanso, miles de pamploneses y visitantes se congregan a medianoche del día 14 de julio para poner fin a los festejos entonando el "Pobre de mí, ya se acabaron las fiestas de San Fermín”.

Fuente: EFE