Hacia la libertad vestido de mujer. Un preso condenado a prisión perpetua por un homicidio logró fugarse de un penal de la ciudad de Mendoza disfrazado de mujer, según informaron fuentes de la Penitenciaría.
El nombre del recluso evadido es Diego Armando (no podía ser otro después de semejante jugada) Heredia, de 29 años, quien escapó el jueves de la cárcel ubicada en la avenida Boulogne Sur Mer al 1800, de esa capital.
Heredia cumple la pena máxima por un homicidio cometido en el barrio Infanta, conglomerado urbano emplazado a unos ocho kilómetros al noroeste de la capital mendocina.
El condenado aprovechó la hora de las visitas a los internos y se disfrazó de mujer para salir junto con unas 300 personas que visitaban a sus familiares presos y logró evadir los controles de los penitenciarios, informaron las autoridades a Télam.
Los voceros dijeron que todo comenzó cuando dos internos empezaron a pelearse entre ellos de forma muy violenta, propinándose golpes de puño y puntapiés por causas que se desconocen.
A raíz del incidente y de la situación confusa que se creó en ese momento, agregaron, se suspendió la visita y las mujeres y los niños tuvieron prioridad para desalojar en forma ordenada el patio, donde se había producido la riña.
Cuando el contingente abandonaba el edificio carcelario ocurrió otro hecho sospechoso: una mujer comenzó a gritar y a tirarse al piso como si le hubiera dado un ataque o se hubiera descompuesto.
Los guardias la asistieron rápidamente, llamaron al médico de guardia del penal y pudieron comprobar que no tenía absolutamente nada y que aparentemente fingió un malestar estomacal.
En ese clima de confusión, se sospecha que el condenado Heredia aprovechó para mezclarse en el gentío para salir a la calle y escaparse.
Más tarde, cuando los guardias notaron que un documento de un familiar de Heredia no había sido retirado a la salida, se dieron cuenta que había escapado ocupando ese lugar y lo terminaron de comprobar cuando procedieron al conteo de los internos.
La evasión fue denunciada por las autoridades penitenciarias en la Oficina Fiscal 2 y también tomó intervención la Inspección General de Seguridad, que controla el accionar de guardiacárceles y policías, ante la posibilidad de que haya habido complicidad con algún efectivo.


